"Ellas y ellos estuvieron…" - Bartolomé Mitre

Por Eduardo Agüero Mielhuerry.

Cultura y educación07/11/2024NdANdA
Bartolomé Mitre

Bartolomé Mitre nació en la ciudad de Buenos Aires, el 26 de junio de 1821 y fue bautizado en la Iglesia de San Nicolás. Fue hijo de Ambrosio Mitre (el apellido, de raíz griega, era originalmente Mitropoulos) y Josefa Martínez, y tuvo dos hermanos, Emilio y Federico.

Pronto, la familia en su conjunto se trasladó a Carmen de Patagones, donde su padre se desempeñó como tesorero del Fuerte hasta mediados de 1827 cuando, tras finalizar la Guerra contra el Imperio del Brasil, decidieron retornar a Buenos Aires.

Tras una breve estadía en la estancia de Gervasio Rosas, la familia volvió a emigrar, pero esta vez con rumbo a Montevideo. En aquellas tierras, Bartolomé se inscribió en la Escuela Militar, donde estudió artillería alcanzando el grado de alférez en 1839. También publicó sus primeros poemas y escritos periodísticos en varios diarios, entre ellos “El Iniciador”. 

Con casi veinte años, el 11 de enero de 1841, contrajo matrimonio con Delfina de Vedia, con quien tendría dos hijas y cuatro hijos. 

El 6 de diciembre de 1842, ascendido a Capitán, estuvo entre los derrotados de la revolución de Rivera en la batalla de Arroyo Grande. Luego participó del sitio de Montevideo, oportunidad en la que conoció a Giuseppe Garibaldi, a quien admiró enormemente por el resto de su vida.

En 1846 un conflicto con Rivera lo obligó a huir de Montevideo y se dirigió a Bolivia. Por causas políticas debió exiliarse a Perú y culminó deportado a Chile donde fue corredactor de Juan Bautista Alberdi en el periódico “El Comercio” de Valparaíso y redactor del periódico de Domingo F. Sarmiento, “El Progreso”.  

El hombre del chambergo

Bartolomé Mitre regresó a nuestro país después del derrocamiento de Rosas y fue uno de los líderes de la oposición porteña contra el Acuerdo de San Nicolás, el cual determinaba la forma en que se sancionaría la Constitución Nacional.  Enfrentado a Justo José de Urquiza, pronto lideró el alzamiento de la provincia de Buenos Aires contra el sistema federal. Mitre, por entonces Coronel, fue elegido como jefe del Estado Mayor por el General Paz. El 2 de junio de 1853, puso en marcha sus tropas y concentró sus esfuerzos al frente de un regimiento, encaminándose hacia el llamado potrero de Langdon. Desde su caballo, el Coronel veía la marcha de sus efectivos cuando bruscamente cayó del animal. Su cara y el chaleco se tiñeron de sangre. Su asistente, el teniente Felipe M. Ezcurra lo ayudó a levantarse. Una bala perdida había impactado en la escarapela metálica que su esposa Delfina cosió al quepis de Mitre, amortiguando el balazo que de otra forma hubiese sido mortal. Llegado al cuartel de Concepción, se le practicaron las primeras curaciones, minimizando la gravedad de la lesión. El diagnóstico del Dr. Portella fue preciso: "Hay fractura del frontal y es gravísima. La masa cerebral esta comprimida por el hueso roto... Es preciso operar ya mismo...". La exitosa cirugía, practicada de urgencia, dejó una marca estrellada en su frente y una falta del hueso frontal. Esta cicatriz obligó a Mitre a reemplazar el quepis o la galera por el chambergo. Éste se convirtió en todo un “símbolo”; lo usaba tanto con el uniforme como con el frac o el traje de calle, y así se lo vio durante su presidencia, en la Revolución del ’74, en todos los acontecimientos políticos de los que fue principal actor e inclusive existen películas de él con más de 80 años, caminando por la calle, recibiendo el saludo de la gente, con las manos casi constantemente dentro de los bolsillos rectos de su pantalón (que por un tiempo se los  conocieron como bolsillos "mitre") y luciendo su chambergo.

Azul, el Cuartel General de Operaciones

A mediados del siglo XIX, la sublevación de los pampas llegó hasta lugares que nunca antes lo había hecho. Los daños producidos a las diversas poblaciones atacadas, los arreos de ganado y las cautivas, plantearon un cuadro sumamente complejo. Todo ello determinó que el Ministro de Guerra, Coronel Bartolomé Mitre, se establezca en nuestra ciudad, que por decisión del gobierno bonaerense quedó constituida en Cuartel General de Operaciones, el 1 de mayo de 1855. Así comenzó una importante sucesión de vinculaciones permanentes entre el multifacético Mitre y el pueblo del Azul, que desde entonces se convirtió en su defensor y admirador. 

Mitre se estableció en el Hotel “De los Catalanes”, ubicado frente a la Plaza Mayor (hoy San Martín; en la esquina oeste de las calles  IX y XXVI, es decir, San Martín y Colón, más precisamente donde está el Edificio “Marchisio”), permaneciendo en nuestra localidad por poco más de un mes y medio.

El hábil Coronel suponía que el conflicto con los pueblos originarios iba a ser una cuestión fácil de resolver, sin embargo, se equivocó rotundamente. En Sierra Chica, los sublevados obtuvieron una importante victoria, obligando a Mitre y sus tropas a retornar en una ordenada y “honrosa” retirada, que se produjo en horas de la noche, dejando parte importante de la caballada y los fogones prendidos en el campamento, para ocultar, con éxito ante los indios, la operación. Casi doscientas cincuenta fueron las bajas en las tropas mitristas y el Comandante, ofuscado, no dudó en destacar la desorganización de los Guardias Nacionales que estaban acantonados en Azul y habían marchado con él. Este duro enfrentamiento se produjo el 30 de mayo de 1855 y pasó a la historia  como combate o derrota de Sierra Chica, siendo objeto de pugna entre los antagonistas de la época, quienes la magnificaron o minimizaron según la conveniencia. 

A mediados de junio, Mitre dejó atrás Azul, sin embargo, no por mucho tiempo. Unos años después, las relaciones entre el Estado de Buenos aires y la Confederación Argentina -liderada por el Presidente General Justo José de Urquiza-, llegaron a un punto de inflexión.

En enero de 1856, Mitre y sus hombres habían perseguido a partidarios de Urquiza dentro del territorio santafesino en un acto que fue considerado como una invasión y que reactivó los conflictos.

Ambos bandos pusieron más de una vez en el campo de batalla a sus indios aliados, es decir, las lanzas de Catriel, leales a Mitre, y las de Juan Calfucurá, seguidoras del entrerriano. Pero, además, más allá de las lealtades con sus respectivos Generales, ambas tribus  jugaban sus propias cartas de revancha. Cabe resaltar los planes de Calfucurá expresados en una misiva a Urquiza: “…mi objeto ha sido entretener al Comandante de Azul con promesas de paz, y engañar con buenas palabras a los pampas a quienes quiero pronto hacerles la guerra…”.

Cuando la guarnición militar de Azul estaba en permanente movilización operativa, y ante el peligro de un ataque a 25 de Mayo, todas las tropas de frontera se concentraron para su defensa y Catriel quedó interinamente a cargo de la Comandancia de la Guarnición Azul. Mitre depositó toda su confianza en la lealtad de Catriel y éste no le falló.

Cepeda y Pavón, una cuestión de Masones

El 23 de octubre de 1859 se inició la Batalla de Cepeda. Mitre se puso al frente de la defensa de Buenos Aires, pero el avance de Urquiza sobre la ciudad resultó imparable; gracias a la mediación de Francisco Solano López, hijo del presidente del Paraguay, se logró la renuncia del gobernador Valentín Alsina y la firma del Pacto de San José de Flores, por el cual Buenos Aires se reincorporaba a la Confederación, reservándose el derecho de proponer reformas a la Constitución (que se concretaron en 1860).

En aquel año, Bartolomé Mitre fue electo Gobernador de Buenos Aires, con el encargo de terminar el proceso de incorporación de la provincia a la Nación. Presionando sobre el presidente Santiago Derqui obtuvo una modificación de las cláusulas del Pacto, conservando así el manejo de la Aduana. A pesar de ello, Derqui mantuvo relaciones muy cordiales con el Gobernador, otorgándole inclusive el grado de General de la Nación.

Debido al asesinato del gobernador de San Juan, el presidente Derqui ordenó la intervención federal en la provincia, derrotando a los insurrectos y fusilando al gobernador rebelde, Antonino Aberastain. Las relaciones entre Buenos Aires y el gobierno nacional se cortaron abruptamente. Derqui se instaló en Córdoba, donde organizó un ejército y Mitre se puso al frente del porteño. Los dos bandos se prepararon para la guerra. El 17 de septiembre de 1861 tuvo lugar la Batalla de Pavón; la caballería nacional arrolló las dos alas de los porteños. Sin haber utilizado su reserva, el General Urquiza abandonó repentinamente el campo de batalla, regresando a Entre Ríos.

Las complejas relaciones entre Mitre, Derqui y Urquiza, e incluso la insólita retirada de éste último, han sido explicadas por algunos autores como consecuencia de su común pertenencia a la masonería. En efecto, el 21 de julio de 1860, Mitre, Urquiza, Derqui, Domingo Faustino Sarmiento y Juan Andrés Gelly y Obes habían asumido el Grado 33° en el Gran Templo de la Masonería Argentina, de la Logia de Libres y Aceptados Masones.

Mitre se retiró hacia San Nicolás; sólo varios días después se convenció de su triunfo, no debido al resultado bélico sino a la retirada del entrerriano. Mientras tanto, Derqui abandonó todo y huyó a Montevideo.

Los porteños más exaltados incitaron a Mitre a desconocer la Constitución Nacional y dictar otra, que estableciera un régimen unitario. Pero el Gobernador tenía un plan más realista, que llevó adelante exitosamente: declaró en plena vigencia la Constitución del ’53, mientras enviaba al interior varias divisiones a deponer a los federales más exaltados, cuyas legislaturas reasumirían la autoridad delegada en el gobierno nacional y a continuación delegarían esta misma autoridad en el Gobernador bonaerense. 

            Ya desde antes de la campaña de Pavón, una guerra civil intermitente sacudía a Santiago del Estero, Tucumán y Catamarca; la noticia de la victoria de Pavón permitió al caudillo unitario Manuel Taboada imponer la victoria del partido porteño en todas las provincias del norte.

Una división comandada por los generales Ignacio Rivas y Domingo F. Sarmiento, se dirigió a Cuyo y derrocó a los gobernadores de San Luis, Mendoza y San Juan. En La Rioja, el caudillo federal Ángel Vicente Peñaloza impidió el avance de las tropas porteñas y de sus aliados, iniciando una complicada guerra civil que duró tres meses, hasta que se firmó la Paz de la Banderita, por la cual Peñaloza reconoció la autoridad nacional de Mitre.

La primera de las Presidencias Históricas

A lo largo de la primera mitad de 1862 se celebraron elecciones de diputados y senadores en todo el país, y el nuevo Congreso de la Nación se reunió oficialmente a fines de mayo en Buenos Aires. Bartolomé Mitre y Marcos Paz, fueron elegidos por el Colegio electoral el día 5 de octubre como Presidente y Vice de la República, respectivamente.

La gestión de Mitre fue la primera de las Presidencias Históricas de Argentina. Estas presidencias “fundacionales” del Estado moderno tuvieron tres claros objetivos o metas: “nación, constitución y libertad”. La Nación entendida como la unión superior y definitiva de las provincias que componen Argentina. La Constitución como las bases de los derechos de las personas y los límites que se le imponen al poder. La libertad concebida como principio sine qua non del liberalismo.

Cuando Mitre aún no había asumido el gobierno, una ley sancionada por el Congreso dispuso la federalización de toda la provincia de Buenos Aires, pero fue rechazada por la legislatura porteña. El conflicto sólo fue solucionado por medio de la "Ley de compromiso", que aplazaba la discusión sobre la "cuestión capital" por cinco años, mientras permitía al gobierno nacional residir en la ciudad de Buenos Aires. 

La “cuestión capital” causó la división del partido gobernante en dos: el Partido Nacional – liderado por Mitre– y el Partido Autonomista, cuyo principal referente era Adolfo Alsina (quien se convertirá en gobernador bonaerense en 1865); éste último defendía la integridad territorial y la autonomía política de la provincia. Los mitristas fueron conocidos como "cocidos" y los opositores como "crudos". 

Mitre asumió la presidencia el 12 de octubre de 1862. La Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina comenzó a funcionar el 15 de enero de 1863, y en los meses siguientes se organizaron juzgados federales en todas las provincias.

Su política educativa estuvo orientada a la extensión y unificación de la enseñanza secundaria, con el objetivo de extender las ideas liberales entre los jóvenes; se fundaron colegios nacionales en Salta, Tucumán, Mendoza, San Juan y Catamarca, y se nacionalizó el Colegio Nacional de Buenos Aires. 

A principios de 1863 el General Ángel Vicente “Chacho” Peñaloza retenía en su poder las armas con las que había contado en su anterior campaña. Confirmando los temores del caudillo, los gobiernos liberales, apoyados por los regimientos enviados desde Buenos Aires, persiguieron a los federales por medio de arrestos, saqueos y ejecuciones.

            Tras una serie de revueltas federales en San Luis y Catamarca, finalmente el “Chacho” se lanzó nuevamente a la revolución en mayo de 1863. La respuesta de los jefes mitristas fue rápida y enérgica: dos ejércitos atacaron La Rioja desde San Juan y Catamarca, comandados respectivamente por Sarmiento y Taboada. Durante varios meses la guerra fue indecisa, pero los federales recibieron un inesperado apoyo cuando Simón Luengo derrocó al gobernador de la provincia de Córdoba y recibió al “Chacho” en su capital. Peñaloza regresó a La Rioja, desde donde atacó Caucete, muy cerca de la ciudad de San Juan. Allí fue derrotado por el Comandante Pablo Irrazábal y debió huir nuevamente hacia su provincia, donde José Miguel Arredondo destruyó los últimos restos de su ejército. Refugiado en el pueblo de Olta, el 12 de noviembre se rindió y fue asesinado por Irrazábal, que le hizo cortar la cabeza para escarmiento de los federales. Al año siguiente fueron derrotados los montoneros de San Luis, y a mediados de 1865 fueron vencidos los últimos caudillos menores en La Rioja.

La Guerra contra el Paraguay

Así como Mitre creía su deber exportar el liberalismo a las provincias, también creyó necesario imponerlo en los países vecinos. En primer lugar, quiso imponer el liberalismo en el Uruguay, pero también en el Paraguay, país que resaltaba en toda Latinoamérica por su sistema político y económico, fuertemente estatista y aislacionista.

Los “colorados” refugiados en Buenos Aires ansiaban volver a tomar el poder en el Uruguay, y la victoria de Mitre les dio la oportunidad. En abril de 1863 partió desde Buenos Aires una invasión a ese país bajo el mando del ex presidente Venancio Flores, organizada, trasladada y armada con apoyo de los ministros de Mitre, que además promovieron conflictos diplomáticos con el gobierno del presidente Bernardo Berro. Como el gobierno uruguayo tardó en caer en manos de los revolucionarios, un ejército del Imperio del Brasil invadió ese país; tras la destrucción de Paysandú y el bloqueo de Montevideo, finalmente el gobierno “blanco” entregó el país al General Flores.

El presidente paraguayo, Francisco Solano López, decidió acudir en defensa del gobierno uruguayo y enfrentar al Brasil, con el cual sostenía además un largo conflicto de límites. A continuación, y aunque el gobierno uruguayo ya había sido derrotado, marchó en ayuda de los "blancos" y solicitó al presidente Mitre autorización para cruzar territorio de la provincia de Corrientes en camino hacia el Brasil; ante la negativa del gobierno argentino, López declaró la guerra a la República.

En mayo de 1865, el ejército paraguayo invadió la provincia de Corrientes. Al llegar la noticia a Buenos Aires, el gobierno estaba perfectamente al tanto de que López le había declarado la guerra, pero ocultó ese dato para exaltar el sentimiento patriótico contra la invasión, acusando al Presidente paraguayo de no haber declarado previamente la guerra. 

Al día siguiente, la Argentina le declaró la guerra al Paraguay.

Poco después, Brasil, Uruguay y nuestro país, firmaron el Tratado de la Triple Alianza, con el objetivo público de deponer a López, y el oculto de saldarse en su favor todos los conflictos limítrofes. El General Mitre fue nombrado comandante de los ejércitos aliados y a su vez ordenó la movilización de todas las provincias, que debían enviar contingentes de tropas en proporción a sus habitantes. Las movilizaciones generaron fuertes rechazos en las poblaciones afectadas. La oposición de intelectuales y periodistas a la guerra llevó a Mitre a decretar el estado de sitio en todo el país, lo que le permitió perseguir a quienes se manifestaban contrarios a la guerra e imponer una dura censura sobre los periódicos opositores.

Una serie de derrotas obligaron a los paraguayos a retirarse a su país, que los aliados invadieron en abril de 1866. Durante los dos años siguientes, la campaña consistió exclusivamente en una continua lucha de posiciones; las sangrientas batallas de Tuyutí y Curupaytí fueron seguidas de un período de inactividad, causado principalmente por una epidemia de cólera que causó miles de bajas en ambos bandos.

Poco antes de Curupaytí, Mitre se había entrevistado con López, que le propuso un acuerdo honorable que permitiera terminar la guerra; pero Mitre había quedado obligado con el Brasil por un Tratado secreto, por lo que no pudo aceptar. Tras la muerte del vicepresidente Paz, víctima del cólera, Mitre regresó a Buenos Aires, al tiempo que la resistencia paraguaya fue vencida por los brasileños.

La participación argentina en la Guerra del Paraguay era muy impopular en el interior del país; las remisiones de soldados que el gobierno nacional exigió a las provincias fueron aprovechadas por los gobernadores para deshacerse de opositores, incluyendo antiguos montoneros.

Mitristas y autonomistas

            Al llegar al final de su mandato, el partido que había llevado a Mitre a la presidencia estaba dividido entre mitristas y autonomistas. Por fuera de esa dicotomía, subsistían aún los restos del Partido Federal, que seguía reconociendo a Urquiza como su líder y aún tenía importante presencia en algunas provincias; pero, ante la perspectiva segura de la derrota del caudillo entrerriano, varios grupos de antiguos federales buscaban otras alianzas. En cierto sentido, los papeles se habían invertido entre los liberales: diez años antes, Mitre era más aceptable que Valentín Alsina para los provincianos, ya que -si bien ambos pretendían la preponderancia porteña- Mitre quería hacerla respetando un sistema federal, mientras Alsina quería un sistema unitario o la secesión de su provincia. Con Mitre en el gobierno, el hijo de Alsina gobernaba Buenos Aires y defendía su autonomía frente a los excesos del gobierno nacional, lo que lo hacía un posible aliado para los antiguos federales, que también defendían las autonomías provinciales. 

A mediados de 1867 ya había tres candidatos para a presidencia: Urquiza, Alsina y Rufino de Elizalde (el candidato de Mitre). Buscando un candidato provinciano que fuera aceptable en Buenos Aires y que no hubiera estado comprometido en las últimas discusiones políticas, el Coronel Lucio V. Mansilla propuso en julio de ese año al embajador en los Estados Unidos, Domingo Faustino Sarmiento, que fue apoyado por algunos gobernadores. 

            Alsina aceptó ceder el primer puesto, y la fórmula presidencial de la pronto llamada Liga de Gobernadores fue Sarmiento-Alsina, que resultó vencedora en las elecciones del 12 de abril de 1868.

En mayo de 1869, Bartolomé Mitre asumió como Senador Nacional. 

El 4 de enero de 1870, mientras se libraban los últimos combates de la Guerra del Paraguay y con una tirada de mil ejemplares se hizo pública la primera edición del diario La Nación fundado por Mitre bajo la consigna “La Nación será una tribuna de doctrina”. Ese mismo año se suicidó en Brasil su hijo mayor, Jorge. Al año siguiente, el General enfermó y sobrevivió a la terrible epidemia de fiebre amarilla. 

Azul, Mitre y su Revolución del ’74

Ocupado en su carrera política y militar, Bartolomé Mitre se mantuvo alejado de Azul por un lapso prolongado de tiempo… Empero, la gravitación de nuestro pueblo como límite fronterizo y eje comercial, volvió a captar su atención. La victoria en las elecciones presidenciales del 12 de abril de 1874, de la fórmula oficialista encabezada por Nicolás Avellaneda, generó un nuevo foco de conflicto. Acusando al gobierno de haber falseado los resultados, los partidarios de Mitre se prepararon para la “Revolución”. La misma estalló 23 de septiembre.

La revolución fue encabezada por Mitre en la provincia de Buenos aires y por el general José Miguel Arredondo en las provincias del interior, contra las autoridades elegidas que en octubre les correspondería asumir. El principal rebelde en el interior bonaerense, mitrista a rajatabla, fue el General Ignacio Rivas, al frente de las tropas de Azul y respaldado por los indios leales del Cacique Cipriano Catriel. Rivas junto a Juan Andrés Gelly y Obes lograron reunir cerca de cinco mil hombres, los cuales el 26 de octubre quedaron al mando de Mitre. 

            Por su parte, el General José Miguel Arredondo sublevó la frontera sur de la provincia de Córdoba y avanzó hacia Mendoza, ocupando esa ciudad. Luego marchó hacia Buenos Aires, pero fue derrotado por Julio Argentino Roca en la batalla de Santa Rosa.

El General Bartolomé Mitre, se dirigió con sus fuerzas primero al Fortín La Barrancosa (Azul por entonces, Benito Juárez actualmente). Allí estuvo unos días para luego marchar al Fuerte de la Blanca Grande. El 26 de noviembre atacó a las tropas del Teniente Coronel José Inocencio Arias, en la batalla de “La Verde”. La caballería de Mitre fue destrozada por la infantería de Arias.

            Una semana más tarde, Mitre se rindió en Junín junto a sus oficiales, siendo arrestados y sometidos a un Consejo de Guerra y dados de baja del Ejército. Al parecer, Mitre, que siempre había proclamado que “la peor de las votaciones legales vale más que la mejor revolución…”, por aquellos días se había olvidado de sus propias palabras…

El final de un extenso camino…

Durante su breve paso por la cárcel, Mitre inició la escritura de su primera obra maestra historiográfica: la Historia de Belgrano o de la Independencia Argentina. El juicio en su contra fue suspendido por una amnistía promovida por el Presidente Avellaneda. La crisis económica logró reunir a los diferentes cuadros políticos en la "concertación de los partidos" promovida por Avellaneda, a la que Mitre prestó su colaboración, quedando en un segundo plano. 

En 1878, Mitre fue elegido Diputado Nacional. Dos años después, apoyó una nueva revolución, durante la cual el Gobernador Carlos Tejedor se pronunció contra la victoria de Roca en las elecciones presidenciales. Tras la derrota de las fuerzas porteñas, Roca lo nombró comandante de las fuerzas provinciales, con el único fin de pactar un alto el fuego. Finalmente se logró firmar un acuerdo por el cual se otorgaba una amplia amnistía a los rebeldes, se aseguraba la renuncia de Tejedor, el reconocimiento de la elección presidencial de Roca y la federalización de Buenos Aires si el Congreso así lo decidía.

En 1882 falleció su esposa Delfina de Vedia. Luego de semejante desgracia, viajó a Chile para estudiar los campos de batalla de la campaña de José de San Martín, que estaba terminando de relatar en su segunda gran obra: Historia de San Martín y de la Emancipación Americana, a la que dedicaría los restantes años de la década y será considerada obra fundadora de la historiografía oficial. 

            En 1890 volvió a los primeros planos políticos cuando se fundó el partido opositor: Unión Cívica. Aunque no participó en la Revolución del Parque, la apoyó ostensiblemente. Tras la caída de Miguel Juárez Celman, en 1892 una maniobra del ex Presidente Roca provocó la división de la Unión Cívica entre la Unión Cívica Radical y la Unión Cívica Nacional, dirigida esta última por Mitre.

            En 1894 fue electo nuevamente Senador Nacional. Su labor como historiador comprendió obras, memorias, artículos periodísticos, discursos y una intensa labor recopilando documentos y ordenando archivos. De hecho, pasó sus últimos años dedicado a la dirección de “La Nación” y la traducción de La Divina Comedia. Como bibliógrafo y lingüista reunió una de las mejores bibliotecas sobre lenguas americanas, que donó -con su casa- para constituir un museo.

Aunque siempre fue tenido en cuenta como una personalidad de consulta dentro de la política nacional, lentamente salió de la escena pública. A los 84 años de edad, Bartolomé Mitre falleció el 19 de enero de 1906. Una multitud acompañó el cortejo fúnebre hasta el Cementerio de la Recoleta, donde descansan sus restos. 

MÁS INFORMACIÓN EN: www.historiasypersonajesdelazul.blogspot.com

 

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