Columna política de UCR: Por un 2021 con clases presenciales

La educación es una herramienta de transformación social, fundamental para el desarrollo de las personas y para el progreso de una nación. En nuestro país durante casi todo el 2020 las escuelas permanecieron cerradas, y hubo solo clases virtuales, para quienes tuvieron la posibilidad de acceder a ellas. Al comienzo de la cuarentena, el actual presidente dijo: “El inicio de clases puede esperar” y, a mediados de enero de 2021, no hay ninguna certeza sobre la vuelta a clases, más que afirmaciones vagas de quienes toman las decisiones y la reticencia de algunos gremios, como Ctera y Suteba.
Parece que no bastó un año de reunir evidencias y propuestas de distintos sectores para planificar la vuelta a las aulas. Desde la Fundación Alem de la Unión Cívica Radical se presentó en agosto un documento titulado “Volver a las aulas. Una hoja de ruta para la reapertura educativa”, donde se plantea declarar la educación como actividad esencial, establecer los protocolos sanitarios de acuerdo a la realidad de cada jurisdicción para minimizar los riesgos de contagio en estudiantes, docentes y personal, priorizar las enseñanzas en base a las necesidades de cada grupo, entre otros.
La pandemia afectó también a los estudiantes terciarios y universitarios. “Nadie sufrió por recibirse un año antes o un año después”, decía el presidente en marzo. Nada más alejado de la realidad, desconociendo el esfuerzo que hacen miles de estudiantes por llevar sus estudios al día y de sus familias por solventar económicamente los mismos. Al día de hoy tampoco hay certezas sobre la reapertura de institutos y universidades, y desde el gobierno solo se dirigen a los jóvenes para responsabilizarlos de los nuevos contagios.
No queremos finalizar sin antes destacar el enorme esfuerzo de los docentes, que se adaptaron a la virtualidad y dejaron de cumplir horarios para estar prácticamente todo el día a disposición de los alumnos, a través de Whatsapp y otros medios digitales. Lo mismo para los niños y adolescentes que, a pesar de ser quienes más sufren el aislamiento, continuaron sus estudios a través de distintas plataformas. Lamentablemente por cuestiones socioeconómicas y otros factores muchos no pudieron hacerlo.
La virtualidad, que ayudó en un principio, resultó insuficiente. Por ello exigimos un 2021 con clases presenciales.