"Ellas y ellos estuvieron…" - René Favaloro

Por Eduardo Agüero Mielhuerry.

Cultura y educación19/09/2024NdANdA
René Favaloro

René Gerónimo Favaloro nació en la ciudad de La Plata el 12 de julio de 1923. Sus padres fueron Ida Raffaelli y Juan Manuel Favaloro. En el hogar de un carpintero y una modista, del barrio “El Mondongo”, René siempre estuvo comprometido con el conocimiento gracias en parte también a su abuela materna, Cesárea, quien le transmitió su amor por la naturaleza y a quien le dedicaría años más tarde su tesis del doctorado.

            Con apenas cuatro años de edad, comenzó a manifestar su deseo de ser “doctor”, quizás debido a que de vez en cuando pasaba unos días en la casa de su tío médico, con quien tuvo oportunidad de conocer de cerca el trabajo en el consultorio y en las visitas domiciliarias.

            Después de la escuela, pasaba las tardes en el taller de su padre ebanista, quien le enseñó los secretos del oficio. En los veranos se transformaba en un obrero más, aprendiendo a valorar el trabajo y el esfuerzo.

            Realizó la primaria en la Escuela Nº 45 y el secundario en el Colegio Nacional “Rafael Hernández”.             En este último establecimiento, docentes como Ezequiel Martínez Estrada y Pedro Henríquez Ureña le infundieron principios sólidos de profunda base humanística. Más allá de los conocimientos que adquirió, incorporó y afianzó ideales como libertad, justicia, ética, respeto, búsqueda de la verdad y participación social, que había que alcanzar con pasión, esfuerzo y sacrificio.

Ingresó en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata. En el tercer año comenzó las prácticas en el Hospital Policlínico y empezó a tomar contacto por primera vez con los pacientes. Excediendo lo exigido por el programa, volvía por las tardes para controlar la evolución de los pacientes y dialogar con ellos. Asimismo observaba a los alumnos de sexto año de Rodolfo Rossi o Egidio Mazzei, profesores titulares de Clínica Médica, y, además, presenciaba las cirugías de José María Mainetti y Federico E. B. Christmann, quien le enseñó las técnicas de simplificación y estandarización que aplicó después en la cirugía cardiovascular, su contribución a las operaciones del corazón y las grandes arterias.

Su preparación profesional la realizó en el Hospital Policlínico donde prácticamente vivió durante los dos años de residencia. Se graduó en 1949 e inmediatamente se produjo una vacante para médico auxiliar, puesto al que accedió en forma interina.

            A los pocos meses lo llamaron para confirmarlo en el puesto. Le pidieron que completara una tarjeta con sus datos; pero en el último renglón debía afirmar que aceptaba la doctrina del gobierno del entonces presidente Juan Domingo Perón. Sin embargo, ese requisito resultaba humillante para alguien que, como él, había formado parte de movimientos universitarios que luchaban por mantener en nuestro país una línea democrática, de libertad y justicia, razón por la cual incluso había tenido que soportar la cárcel en alguna oportunidad. Dispuesto a no traicionar sus principios, contestó que lo pensaría, pero en realidad ya sabía cuál iba a ser la respuesta.

Jacinto Aráuz, un pueblo que marcaría su vida…

            Por ese mismo tiempo, René recibió una carta de un tío suyo residente en Jacinto Aráuz, un pequeño pueblo de 3.500 habitantes en la provincia de La Pampa. La misiva explicaba que el único médico que atendía la población, el doctor Dardo Rachou Vega, estaba enfermo y necesitaba viajar a Buenos Aires para su tratamiento. Le pedía a su sobrino René que lo reemplazara “por unos meses”.

            Llegó al pueblo en mayo de 1950 y rápidamente trabó amistad con el doctor Rachou. Su enfermedad resultó ser un cáncer de pulmón a causa del cual murió unos meses más tarde. Para ese entonces Favaloro ya se había compenetrado con las alegrías y sufrimientos de esa región apartada, donde la mayoría se dedicaba a las tareas rurales.

Al poco tiempo su hermano, Juan José Favaloro, médico también, empezó a trabajar con él. Durante los años que ambos permanecieron en Jacinto Aráuz fundaron un centro asistencial.  Con la ayuda de los maestros, los representantes de las iglesias, los empleados de comercio y las comadronas, de a poco fueron logrando un cambio de actitud en la comunidad que permitió ir corrigiendo sus conductas. Así, lograron que casi desapareciera la mortalidad infantil de la zona, redujeron las infecciones en los partos y la desnutrición, organizaron un banco de sangre viviente con donantes que estaban disponibles cada vez que los necesitaban y realizaron charlas comunitarias en las que brindaban pautas para el cuidado de la salud.

El centro asistencial creció y cobró notoriedad en la zona. En alguna oportunidad Favaloro reflexionó sobre las razones de ese éxito. Sabía que habían procedido con honestidad y con la convicción de que el acto médico “debe estar rodeado de dignidad, igualdad, piedad cristiana, sacrificio, abnegación y renunciamiento” de acuerdo con la formación profesional y humanística que habían recibido en la Universidad.

            Favaloro se actualizaba con publicaciones médicas y realizaba cursos de capacitación en La Plata. Se interesó por las intervenciones cardiovasculares, que en ese tiempo se estaban empezando a desarrollar, y por la cirugía torácica. 

Aprendizaje y desarrollo en los Estados Unidos 

En uno de sus viajes a La Plata, viendo sus dotes médicos y su enorme sed de conocimiento, el profesor José María Mainetti le aconsejó capacitarse en Estados Unidos, en la Cleveland Clinic. En 1962 se radicó en Cleveland y se desempeñó primero como residente y luego en el equipo de cirugía en colaboración con médicos locales, concentrando su trabajo en enfermedades valvulares y congénitas. Posteriormente se interesó en el estudio de la anatomía de las arterias coronarias y su relación con el músculo cardíaco.​

Así, lo que iba a ser una estadía temporaria se convirtió en casi una década.

            A comienzos de 1967, Favaloro estudió la posibilidad de utilizar la vena safena en la cirugía coronaria, haciendo prácticas con sus ideas en mayo de ese año. La estandarización de esta técnica, llamada del bypass o cirugía de revascularización miocárdica, fue el principal trabajo de su carrera, lo que le dio prestigio internacional, ya que el procedimiento cambió radicalmente la historia de la enfermedad coronaria. En 1970 editó un libro llamado “Surgical treatment on coronary arteriosclerosis”, que fue también editado en español con el nombre “Tratamiento quirúrgico de la arteriosclerosis coronaria”. 

Un sueño para la Argentina

            En 1971 Favaloro regresó a la Argentina, para operar en el Sanatorio Güemes de la Capital Federal, que era liderado por Mauricio Barón como presidente de la institución y por el doctor Luis de la Fuente, en cardiología como experto en cardiología clínica y en la incipiente cardiología invasiva.

            Asimismo, Favaloro traía un sueño más importante entre sus objetivos. Quería desarrollar en la Argentina un centro de excelencia similar al de la Cleveland Clinic, que combinara la atención médica, la investigación y la educación, tal como lo dijo en su carta de renuncia a Effler: “Una vez más el destino ha puesto sobre mis hombros una tarea difícil. Voy a dedicar el último tercio de mi vida a levantar un Departamento de Cirugía Torácica y Cardiovascular en Buenos Aires. En este momento en particular, las circunstancias indican que soy el único con la posibilidad de hacerlo. Ese Departamento estará dedicado, además de a la asistencia médica, a la educación de posgrado con residentes y fellows, a cursos de posgrado en Buenos Aires y en las ciudades más importantes del país, y a la investigación clínica. Como usted puede ver, seguiremos los principios de la Cleveland Clinic.”.

            El doctor Luis de la Fuente era clave por su formación de excelencia en Estados Unidos y fue fundamental para Favaloro ya que hacía los diagnósticos clínicos y los cateterismos coronarios. Favaloro no operaba si De la Fuente no hacía los diagnósticos. Posteriormente fue De la Fuente pionero internacional de la angioplastia con stent y medicamento, de la neoarteria, el seno coronario y las células madre.

            En 1975, Favaloro fundó con ese propósito junto a otros colaboradores la Fundación Favaloro,​ habiendo formado más de cuatrocientos cincuenta residentes provenientes de todos los puntos de la Argentina y de América Latina. Como en los tiempos de Jacinto Aráuz, siguió haciendo hincapié en la prevención de enfermedades y enseñando a sus pacientes reglas básicas de higiene que contribuyeran a disminuir las enfermedades y la tasa de mortalidad. Con ese objetivo se desarrollaron en la Fundación Favaloro estudios para la detección de enfermedades, diversidad de programas de prevención, como el curso para dejar de fumar, y se hicieron varias publicaciones para el público en general a través del Centro Editor de la Fundación Favaloro, que funcionó hasta 2000.

Visita al Azul

En su edición del 13 de octubre de 1978, “El Tiempo” informaba en su primera plana la visita del Dr. René Favaloro de la siguiente manera:

“Durante hoy y mañana será distinguido huésped de nuestra ciudad el cardiocirujano Dr. René Favaloro.

Invitado por el Dr. Eduardo Arazi y con el auspicio del Círculo Médico de Azul y de Boehringer Alemana, esta noche a partir de las 20:30, el Dr. Favaloro dará una conferencia a nivel médico en la sala de actos del Instituto Maimónides, calle Rauch 630.

Mañana sábado, a partir de las 10:30, en la sala mayor de la Escuela Bernardino Rivadavia, ofrecerá una charla apta para todo público sobre “Prevención de enfermedades cardiovasculares”. Este acto es auspiciado por el Rotary Club Pedro Burgos, su Rueda Femenina y la Asociación de ex alumnos de la Escuela N° 17 “Bartolomé Mitre”.

Conocida es la descollante trayectoria y también el prestigio internacional del Dr. Favaloro, quien residió durante algunos años en los Estados Unidos de Norteamérica donde el año 1968 fue iniciador, en la Clínica Cleveland, de la intervención de “by-pass” coronario, especie de puente que se hace entre el nacimiento de la aorta y el árbol coronario utilizando una vena sacada de la pierna del paciente. Inclusive en nuestra ciudad viven personas que han sido sometidas a dicha operación”.

Como la nota mencionada destacaba, finalmente en la mañana del 14 de octubre, el doctor ofreció su charla en el salón de actos de la Escuela Normal.

Las palabras de apertura estuvieron a cargo del presidente del Rotary, Dr. Lindor Burgos, quien agradeció la presencia de Favaloro y la colaboración recibida para hacer posibles aquella visita a Azul. La presentación del orador estuvo a cargo del Dr. Eduardo Cohen Arazi quien exaltó la personalidad del distinguido huésped, especialmente sus valores humanos.

Favaloro inició su charla a las 10:50, finalizándola a las 11:40, con una imprevista interrupción cuando en la sala una señora sufrió un principio de desvanecimiento, requiriéndose la colaboración del Dr. Cohen Arazi. Desde la tribuna, el Dr. Favaloro halló propicia la oportunidad para explicar cómo se debe proceder cuando una persona se desmaya a causa de una lipotimia.

El doctor inició su exposición recordando cuando en 1971 regresó definitivamente a nuestro país después de trabajar muchos años en los Estados Unidos. Su principal objetivo en su actividad: “Evidentemente era la parte asistencial, es decir, atender al paciente, pero a eso había que agregar la parte docente y la parte de investigación. Siempre lo hicimos así, siempre pensamos que ese trípode era lo fundamental para el desarrollo de la actividad. Si yo hiciera un balance de estos ya siete años largos diría que de lo que uno debe estar más satisfecho es de la actividad docente. Hay un viejo proverbio chino que dice que su uno planifica por un año siembra arroz; si uno planifica por diez años, planta un árbol; y si uno planifica para toda la vida, enseña. Y evidentemente a mi es lo que más me agrada y quizá es lo que más frutos nos ha dado en estos siete años y medio. Hemos podido formar una cantidad importante de médicos jóvenes. Ya son más de cien los que han pasado por nuestro Departamento. Hay más de cuarenta de Latinoamérica. De México para abajo no debe haber país latinoamericano donde no haya médico que pasó uno, dos, tres o más años trabajando en las diversas secciones del Departamento. Quiere decir que estamos muy conformes con la actividad docente que es fundamentalmente formar los médicos y los especialistas del futuro. Pero siempre he creído que la actividad docente del médico no debe terminar ahí. Debe proyectarse así a la comunidad porque es evidente que de una comunidad capaz, culta, uno puede esperar grandes cosas. En el caso nuestro, una comunidad que conozca los problemas médicos, que sepa algo más de su salud, va a servir primero para que cuide más su salud, para que pueda ayudar a su familia, a sus semejantes. Y es evidente que también ayuda al médico porque ese paciente que está informado colabora mucho más con el médico. Yo soy de los que creen que esto debería hacerse en forma masiva, es decir que dentro de los programas de educación debería haber programas muy bien planificados, quizá a través de las organizaciones médicas para que todo sea hecho en forma correcta. Deberían utilizarse todos los medios masivos de información que hoy hay, especialmente la televisión, para hacer grandes programas de información y de conocimiento médico que es fundamental”.

Más adelante pasó a hablar de los adelantos tecnológicos puestos al servicio de la cardiología y resaltó: “Hoy ustedes tienen que saber que la cardiología está así “complicada”, yo diría, por la tecnología, pero my agradecida a la tecnología, porque eso le ha permitido profundizar el diagnóstico. Prácticamente hoy no tendría que haber ningún paciente ni ningún padecimiento cardiológico que no sea diagnosticado correctamente y saber con absoluta precisión qué es lo que pasa. La medicina está hoy muy tecnificada, pero desgraciados de nosotros si vamos a perder ese humanismo que tiene la medicina. Habrá que mezclarlo muy bien para que sea algo de equilibrio. Es decir, que entre la tecnología que tenemos y el humanismo que todo acto médico debe poseer tenemos el camino justo para atender correctamente a la gente”. 

Finalmente, en su comentario y recomendaciones el doctor Favaloro tocó el siempre polémico tema del tabaco. Al respecto fue terminante. “No solamente produce cáncer de pulmón o cáncer de vejiga, sino que acelera el problema de la arteriosclerosis (…) Es decir que el tabaco es una de las más grandes desgracias de la humanidad. Pero por desgracia, hacemos las cosas al revés: en vez de utilizar los medios masivos de información para que la gente vea lo que puede producirle el tabaco no, lo hacemos al revés: permitimos que en la televisión haya decenas y decenas de propagandas.”.

En ediciones posteriores, nuestro matutino marcó algunos otros detalles de la visita, destacando siempre el carácter afable y generoso del doctor, quien fuera reconocido por la comunidad azuleña y que recibiera el caluroso saludo de múltiples vecinos que se acercaron a los lugares en los que Favaloro disertó.

Constante crecimiento… 

            Pero Favaloro no se conformó con ayudar a resolver los problemas de esa necesidad básica que es la salud en cada persona en particular sino que también quiso contribuir a curar los males que aquejan a nuestra sociedad en conjunto. Jamás perdió oportunidad de denunciar problemas tales como la desocupación, la desigualdad, la pobreza, el armamentismo, la contaminación, la droga, la violencia, etc., convencido de que sólo cuando se conoce y se toma conciencia de un problema es posible subsanarlo o, aun mejor, prevenirlo.

En 1980 Favaloro creó el Laboratorio de Investigación Básica, manteniéndolo con dinero propio por un largo tiempo, dependiente del Departamento de Investigación y Docencia de la Fundación Favaloro. Con posterioridad, pasó a ser el Instituto de Investigación en Ciencias Básicas del Instituto Universitario de Ciencias Biomédicas. Esta fue la base de la creación, en agosto de 1998, de la Universidad Favaloro.

            En 1984, Favaloro fue una de las personalidades que nombró el presidente Raúl Alfonsín para integrar la CONADEP (Comisión Nacional por la Desaparición de Personas), sin embargo, en breve renunció a ella.

            En 1992 se inauguró en Buenos Aires el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de la Fundación Favaloro, entidad sin fines de lucro. Con el lema “tecnología de avanzada al servicio del humanismo médico” se brindan servicios altamente especializados en cardiología, cirugía cardiovascular y trasplante cardíaco, pulmonar, cardiopulmonar, hepático, renal y de médula ósea, además de otras áreas. Favaloro concentró allí su tarea, rodeado de un grupo selecto de profesionales dejando al Sanatorio Güemes.

Libros 

            René Favaloro publicó más de trescientos trabajos de su especialidad. En 1970 publicó “Tratamiento quirúrgico de la arteriosclerosis coronaria” (Surgical treatment on coronary arteriosclerosis).

            Debido a su pasión por la historia llegó a escribir dos libros de investigación y divulgación sobre el general José de San Martín, “¿Conoce usted a San Martín?” (1984) y “La memoria de Guayaquil” (1991).

            Fue autor también de la autobiografía “De la pampa a los Estados Unidos” (la versión en inglés, titulada The Challenging Dream of Heart Surgery fue publicada en Boston por Little, Brown and Company en 1994), en el cual recuerda sus diez años de trabajo en equipo con eminentes personalidades de la medicina durante su estancia en la Cleveland Clinic. Este se publicó por primera vez en 1992, llegando a alcanzar la octava edición en 1996 a través de la Editorial Sudamericana. 

            Además, su autobiografía denominada “Recuerdos de un médico rural” tiene varias ediciones, la primera de ellas editada en el año 1980. 

            Finalmente su último libro “Don Pedro y la educación”, se publicó en Buenos Aires por el Centro Editor de la Fundación Favaloro en 1994.

            Más tarde fueron editados: “Conversaciones sobre ética y salud”. En colaboración con Moszenberg A., Mainetti J., Klimovsky G., Ciocchini H. (1996); “Recuperando lo invisible: conversaciones sobre cultura”. En colaboración con Obiols, G, Presas, M, Burucúa, J. y Piscitelli, A. (1997)​; “El milagro y el valor de la vida”. En colaboración con Luis Landriscina y Mamerto Menapace. (2000).

Algunos reconocimientos 

            Favaloro fue miembro activo de veintiséis sociedades, correspondiente de cuatro, y honorario de cuarenta y tres. Recibió innumerables distinciones internacionales entre las que se destacan: el Premio John Scott 1979, otorgado por la ciudad de Filadelfia, EE.UU; la creación de la Cátedra de Cirugía Cardiovascular “Dr René G. Favaloro” (Universidad de Tel Aviv, Israel, 1980); la distinción de la Fundación Conchita Rábago de Giménez Díaz (Madrid, España, 1982); el premio Maestro de la Medicina Argentina (1986); el premio Distinguished Alumnus Award de la Cleveland Clinic Foundation (1987); The Gairdner Foundation International Award, otorgado por la Gairdner Foundation (Toronto, Canadá, 1987); el Premio René Leriche 1989, otorgado por la Sociedad Internacional de Cirugía; el Gifted Teacher Award, otorgado por el Colegio Americano de Cardiología (1992); el Golden Plate Award de la American Academy of Achievement (1993); el Premio Príncipe Mahidol, otorgado por Su Majestad el Rey de Tailandia (Bangkok, Tailandia, 1999).

Un calvario hasta el triste final…

            Hacia el año 2000, la Argentina ya estaba sumergida en una crisis económica y política. La Fundación Favaloro se encontraba en una difícil situación, endeudada en unos 18 millones de dólares,​ por lo que Favaloro pidió ayuda al Gobierno argentino, presidido entonces por Fernando De la Rúa, sin recibir una respuesta oficial.​

            Desgranando pesares, escribió: “Estoy pasando uno de los momentos más difíciles de mi vida, la fundación tiene graves problemas financieros. En este último tiempo me he transformado en un mendigo. Mi tarea es llamar, llamar y golpear puertas para recaudar algún dinero que nos permita seguir.”.

            El 29 de julio de 2000 -el mismo día del cumpleaños de su amigo y cardiólogo Luis de la Fuente, quien lo había convencido de volver a la Argentina-, el doctor René Gerónimo Favaloro se encerró en el baño de su casa y se disparó un tiro en el corazón.

            Tras el desenlace fatal, se conoció que había dejado en su departamento siete cartas cuyo contenido se reveló parcialmente.​ En una de ellas, dirigida a las “autoridades competentes”, dejaba en claro que había decidido quitarse la vida, y explicaba que la crisis económica que atravesaba la Fundación Favaloro había sido el desencadenante de su determinación, expresando su cansancio luego de los reclamos enviados al entonces presidente de la Nación Fernando De la Rúa, en los cuales solicitaba entre otras cuestiones el pago de las deudas millonarias. Asimismo, manifestaba que la sociedad argentina necesitaba de su muerte para tomar conciencia de los problemas en los que estaba envuelta.

MÁS INFORMACIÓN EN: www.historiasypersonajesdelazul.blogspot.com  

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