"Ellas y ellos estuvieron…" - Hipólito Yrigoyen

Por Eduardo Agüero Mielhuerry.

Cultura y educación 06/06/2024 NdA NdA
Hipólito Yrigoyen

Juan Hipólito del Sagrado Corazón de Jesús Irigoyen Alen nació el 12 de julio de 1852, en la ciudad de Buenos Aires. Fue el tercer hijo de Martín Irigoyen y de Marcelina Alen, y tras modificar drástica y definitivamente la vida social y política de la Argentina, quiso la historia recordarlo como Hipólito Yrigoyen.

Cuando terminó el Bachillerado, inició la militancia política junto a su tío Leandro N. Alem en el Partido Autonomista, un partido de corte populista liderado por Adolfo Alsina, en firme oposición al Partido Nacional de Bartolomé Mitre.

Poco después, Yrigoyen y Alem se enfrentaron con el sector oficial del Partido Autonomista, llevando como candidato propio a Aristóbulo del Valle y sosteniendo una actitud de intransigente oposición a los acuerdos entre dirigentes. El enfrentamiento interno terminó con la exoneración de Yrigoyen, quien al año siguiente fue elegido Diputado Provincial por el Partido Republicano (fundado como alternativa al autonomismo). Los principales postulados de esta propuesta política eran: la protección de industrias rurales, la creación de escuelas industriales, la autonomía universitaria, el mejoramiento de la vialidad y la colonización junto a las vías férreas. Sin embargo, tras la temprana muerte de Adolfo Alsina, su principal opositor, Yrigoyen retornó al autonomismo.

Aún seguía viviendo en la casa de su tío cuando sus esfuerzos comenzaron a dar frutos. Lentamente mejoró su fortuna dedicándose a la invernada, es decir, la compra de vacunos para su engorde y venta al frigorífico. Para ello arrendó las estancias “Santa María” y “Santa Isabel” en 9 de Julio, otros campos en Bahía Blanca, San Luis y Córdoba,  pero además, gracias a un crédito del Banco de la Provincia de Buenos Aires, se convirtió en propietario de la estancia el “El Trigo”, cerca de la localidad de Las Flores. Realizó una verdadera fortuna de varios millones de pesos que fueron utilizados casi completamente en la actividad política, a tal punto que, al momento de morir, su sucesión dejó un déficit.

En 1889, Yrigoyen se mudó a su propia casa, frente a lo que hoy es la Plaza Congreso en la ciudad de Buenos Aires, en la calle que hoy lleva su nombre. Por esa época entabló una profunda amistad con Carlos Pellegrini y Roque Sáenz Peña.

Desde su Partido, Yrigoyen volvió a participar activamente en la vida política e institucional de la Nación, sumándose a la Revolución del ’90. Siguiendo a su tío, Leandro Alem, y a Aristóbulo del Valle, fue uno de los fundadores de la Unión Cívica Radical el 26 de junio de 1891. Casi dos años después, en la Revolución del ’93, Yrigoyen condujo y financió un ejército “radical”.

La revolución desde Azul

El 30 de julio de 1893, procedente de Las Flores, Hipólito Yrigoyen arribó de incógnito en tren a Azul…

Desde la Revolución de 1890, la Unión Cívica se presentaba ante la sociedad como una organización política que proponía una nueva forma de hacer política. Pero en su seno se percibían notables diferencias entre sus dos conductores. Los objetivos de Alem y Mitre eran notablemente diferentes. Sólo coincidían en expulsar a Juárez Celman del gobierno. Pero mientras Alem luchaba por elecciones libres y transparencia gubernativa, el mitrismo, aliado con el roquismo, pretendía recuperar el poder para colocarlo en manos confiables que aseguraran que nada cambiaría.

La Unión Cívica Radical se orientó hacia la intransigencia. Sus dirigentes negaron la legitimidad del acuerdo entre mitristas y roquistas y decidieron pasar a la resistencia.

A principios de julio de 1893 se realizó una importante reunión entre el ministro del Interior, el cívico Aristóbulo Del Valle, Leandro N. Alem y Bernardo de Irigoyen. Los dos líderes radicales se esforzaron por convencer a Del Valle para que diera un golpe de Estado y asumiera el gobierno con el apoyo del radicalismo. El ministro se negó para “no sentar un funesto precedente”. Fracasada esta gestión la Unión Cívica Radical se lanzó a la lucha revolucionaria.

En su campo “El Trigo”, ubicado en el Partido de Las Flores, Hipólito Yrigoyen se había retraído un tiempo atrás pergeñando su revolución contra un régimen político fraudulento y autoritario que, según su visión, hundía al país en una profunda crisis política, social y económica. Tras un importante esfuerzo logró reunir un gran número de hombres a los cuales se ocupó de armar.

La Revolución del ’93 fue la primera en concretarse en la provincia de Buenos Aires y comenzó, tal como lo había decidido el “Peludo”, con la toma de la ciudad de Azul. Aquel frío día invernal Yrigoyen llegó con una considerable fuerza revolucionaria armada con la cual buena parte del pueblo azuleño hizo causa común “porque el gobierno municipal era un semillero de escándalos y latrocinios” de la mano de los hermanos Manuel y Evaristo Toscano.

Las autoridades municipales y los toscanistas se atrincheraron en el Palacio Municipal. Sin embargo, pronto debieron deponer su actitud…

El doctor Narciso Mallea, como testigo de los episodios, un tiempo después hizo una extensa descripción de los mismos destacando: “Hipólito Yrigoyen está en el centro de un montón de gentes envuelto en una enorme humareda, todos fumaban, menos “el cristo mudo”. Viste de chaqué. Está como si tuviera que dictar su clase en la Escuela Normal… Se ve en él una severa energía; no levanta la voz, ordena sin descompostura.”.

En Azul, que era un pueblo fundamentalmente mitrista (vale mencionar que entre los múltiples homenajes que desde Azul se hicieron en vida de Mitre, la calle paralela a las vías del ferrocarril, hoy llamada Islas Malvinas, llevó el nombre del ex presidente), el radicalismo no tenía caudal político. Pero la revolución pudo triunfar, paradójicamente, gracias al apoyo de los seguidores del general Bartolomé Mitre que constituyeron los contingentes más numerosos para la lucha.

Con el doctor Isidoro Sayús en la Intendencia y Luis Aldaz en la Comisaría, Yrigoyen, la Junta Revolucionaria y la tropa radical pasaron a almorzar en la cancha de pelota de Miguel Olasagasti. Luego, Yrigoyen se fue tan silencioso como había llegado…

Luego de pasar por Sierra Chica, los revolucionarios se dirigieron a Olavarría, que había sido tomada por el Dr. Ángel Pintos, a quien Yrigoyen, tras varias negociaciones, dejó al frente de la situación aunque no era radical. Dominada la ciudad vecina, las numerosas fuerzas, engrosadas con la policía de los sitios tomados, partieron a Temperley.

La revolución que se había iniciado simultáneamente en más de ochenta ciudades, triunfó en todas partes de la provincia. El ejército radical llegó a contar con 8.000 hombres bien armados bajo el mando directo de Marcelo Torcuato de Alvear. El día 8 de agosto tomaron la Capital e instalaron como Gobernador provisorio a Juan Carlos Belgrano (vinculado familiarmente a Azul).

Cuando ya se celebraba el triunfo de la Revolución, sus dirigentes cometieron varios errores que los llevaron a la derrota. En primer lugar, Aristóbulo del Valle se negó a dar un golpe de estado y desplazar al Presidente Sáenz Peña, como le reclamaban Leandro Alem y el grueso de los dirigentes radicales. Del Valle se negó a violar la Constitución y preparó un plan legal, por el cual intervino las principales provincias para luego garantizar elecciones libres. El Senado aprobó las intervenciones, pero la Cámara de Diputados no, y de ese modo hizo fracasar el plan.

El segundo error se produjo cuando Hipólito Yrigoyen liberó a Carlos Pellegrini, uno de los líderes clave del autonomismo oficialista, que había sido apresado en Haedo por los revolucionarios. Una vez liberado, se dirigió a la Capital y reorganizó las fuerzas del oficialismo.

Finalmente, el tercer error se produjo cuando, inexplicablemente, Aristóbulo del Valle decidió abandonar la Casa Rosada y dirigirse a Temperley donde estaba acampado el ejército radical revolucionario para estar presente en el momento de la entrega de las armas. Así, el 11 de agosto, Pellegrini y Roca aprovecharon astutamente los proyectos de intervención que aquel había mandado al Congreso, para hacer aprobar la intervención de las provincias de Buenos Aires, San Luis y Santa Fe, ahora en poder de gobiernos revolucionarios.

Enterado el radicalismo de la intervención, su única alternativa era que Aristóbulo del Valle desconociera la ley del Congreso y marchara a Buenos Aires con el ejército radical. Alem se lo pidió encarecidamente. Pero predominaron los principios legales de Aristóbulo del Valle y presentó su renuncia al gabinete el 12 de agosto, siendo reemplazado por el roquista Manuel Quintana.

El 25 de agosto de 1893 el Comité Provincia de la Unión Cívica Radical decidió entregar las armas. Aparentemente la Revolución había fracasado. Sin embargo, había encendido la voz de alarma en el seno del régimen fraudulento gobernante, el cual haría su mayor esfuerzo para perpetuarse en el poder, pero no lo lograría por mucho más tiempo…

Camino a la Presidencia, Ley Sáenz Peña mediante

A pesar del afecto que sentía por su tío, Yrigoyen desconfiaba de sus condiciones para el liderazgo, lo que lo llevó a enfrentarse políticamente y a organizar la Unión Cívica Radical de la provincia de Buenos Aires como un partido político autónomo.

Tras el suicidio de Leandro Alem y la muerte de Aristóbulo del Valle, en 1896, Yrigoyen se manifestó en profundo desacuerdo con la orientación acuerdista con el mitrismo que imponía el presidente del Comité Nacional, Bernardo de Irigoyen, como táctica para enfrentar a Roca, cuando éste se encaminaba a su segunda presidencia en 1898. Cuando la Convención Nacional de la U.C.R. sancionó la llamada política de las paralelas para concurrir a elecciones junto con los mitristas, Yrigoyen disolvió el Comité de la provincia de Buenos Aires, desbaratando la estrategia de los bernardistas. Desde entonces, el radicalismo entraría en un grave estado de desorganización partidaria.

En 1903 Yrigoyen comenzó la reorganización institucional de la U.C.R., y encabezó y financió con su propio dinero la Revolución de 1905, que resultó un fracaso. Sin embargo, por miedo a un nuevo levantamiento armado de Yrigoyen, su amigo y Presidente de la Nación, Roque Sáenz Peña sancionó la Ley del Voto Secreto en 1912, más conocida como “Ley Sáenz Peña”.

En las elecciones celebradas el 2 de abril de 1916, las primeras bajo el régimen de la Ley del Voto Secreto, la fórmula de la Unión Cívica Radical, Hipólito Yrigoyen-Pelagio Luna, se impuso cómodamente.

La asunción del Presidente ocurrió el 12 de octubre de 1916, en el marco de una auténtica algarabía popular. Buena parte de su programa político consistió en terminar con los excesos que se habían cometido durante los sucesivos gobiernos del “Régimen”, como se llamó al período conservador.

Bajo el programa que Yrigoyen denominaba de “Reparación nacional”, empeñó su esfuerzo en terminar con la corrupción, renovar las costumbres y la clase dirigente, y reorganizar las instituciones políticas de la Nación mediante la efectiva aplicación del sufragio libre.

La tarea del Presidente se vio dificultada principalmente por no contar con mayoría en el Congreso Nacional para implementar sus reformas, y además por encontrarse las provincias gobernadas por funcionarios conservadores. Esta última situación llevó a Yrigoyen a ordenar intervenciones en varias provincias -las llamaba intervenciones reparadoras- con la finalidad de llamar a elecciones limpias para concluir los mandatos de gobernadores conservadores que habían sido elegidos en comicios fraudulentos.

Si bien durante su gobierno hubo una actitud conciliadora y comprensiva de las justas aspiraciones obreras, grupos anarquistas y comunistas agitaban el ánimo de los obreros produciéndose huelgas con sorprendente violencia como las ocurridas en la llamada “Semana Trágica”, en la Patagonia y en La Forestal, con centenares de muertos. 

La Primera Guerra Mundial, ante la cual nuestro país mantuvo una posición neutral, provocó la valorizaron de los productos agrícolas y ganaderos, necesitados por los países en guerra, pero también acarreó una disminución de las importaciones, intentándose sustituirlas con fabricación local, lo cual dio la perspectiva de creación de una industria nacional. Yrigoyen mantuvo la neutralidad de nuestro país a pesar de las presiones de los intelectuales, los universitarios, y hasta del Congreso Nacional. Al concluir la Guerra Mundial fue destacadísima la actuación de Yrigoyen en la Liga de las Naciones, cuando manifestó su desacuerdo con que sólo se convocara a formar de ella a los países vencedores, alegando por la igualdad de todos los estados soberanos.

Al final de su mandato se creó Yacimientos Petrolíferos Fiscales (Y.P.F.) destinado a promover la explotación petrolera, aunque su crecimiento se produjo durante la Presidencia de Alvear.

Segundo mandato…

A indicación suya, el candidato radical para las elecciones de 1922 fue Marcelo Torcuato de Alvear, quien resultó electo y pronto se puso al frente de la facción antipersonalista de su partido, es decir, la opuesta a Yrigoyen. Semejante traición fue un trago muy amargo para el viejo líder. 

Hipólito Yrigoyen fue electo presidente nuevamente en 1928, para el período 1928-1934, derrotando a una coalición de conservadores y radicales antipersonalistas. De alguna manera, Yrigoyen se cobró revancha.

En 1929 se produjo la Gran Depresión Mundial. El radicalismo dirigido por Yrigoyen no supo responder a las nuevas tendencias socio-político-económicas que la crisis estaba señalando, en un contexto de desintegración de todo un paradigma económico mundial. 

Yrigoyen intervino las provincias de Mendoza y San Juan, gobernadas por radicales opositores (el lencinismo en la primera y el bloquismo de los Cantoni en la segunda). A fin de año, el Senador opositor mendocino Carlos Washington Lencinas fue asesinado por un militante yrigoyenista. El crimen causó estupor en el país; lógicamente, Yrigoyen fue acusado de haberlo ordenado, aunque no es probable que haya sido así. Un mes más tarde, hubo un atentado anarquista contra Yrigoyen al salir de su casa para ir a la Casa de Gobierno. La violencia comenzaba a aflorar en cada rincón.

El año 1930 se inició con otro asesinato de un opositor en una provincia intervenida por el gobierno, el del abogado bloquista Manuel Ignacio Castellano. El 2 de marzo se realizaron las elecciones parlamentarias, en las que la Unión Cívica Radical perdió estrepitosamente en la Ciudad de Buenos Aires, frente al Partido Socialista Independiente. En todo el país, la U.C.R. retrocedió en su caudal electoral.

En plena crisis económica y política y cuando aún faltaban cuatro años para las elecciones presidenciales, la debilidad del gobierno de Yrigoyen se hizo crítica. El radicalismo estaba completamente dividido y el gobierno no tenía diálogo con la oposición.

El 6 de septiembre de 1930, el Presidente electo Hipólito Yrigoyen fue depuesto por el primer golpe de estado de la época constitucional, encabezado por el general José Félix Uriburu y apoyado por la gran prensa de las familias oligárquicas, el ejército y la oposición de las élites conservadoras. La clase media, clave para la llegada de Yrigoyen al poder, había dejado de respaldarlo tras la debacle económica. 

El final…

El general Uriburu dejó el poder dos años más tarde para permitir la llegada de un nuevo gobierno que, encabezado por el general Agustín P. Justo como Presidente y Julio Roca (h) como Vice, resultó electo en comicios viciados por la virtual proscripción del radicalismo, dando comienzo a la denominada “Década Infame” caracterizada por la corrupción y un desenfadado fraude electoral.

Después de su derrocamiento, Hipólito Yrigoyen había sido detenido y confinado en la Isla Martín García. Un tiempo después fue puesto en libertad.

Alejado de la política, con una avanzada edad y un marcado deterioro físico, el caudillo radical, apodado el “Peludo” por su aversión a mostrarse en público, falleció en Buenos Aires el 3 de julio de 1933.

MÁS INFORMACIÓN EN: www.historiasypersonajesdelazul.blogspot.com

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