Costanera “Cacique Cipriano Catriel”

Por Eduardo Agüero Mielhuerry.

Cultura y educación14/09/2024NdANdA
Costanera de Azul

Costanera Centro (entre Av. Mitre y Av. Perón)

            En 1940, el Comisionado Municipal Dr. Alfredo Ferro dispuso la construcción de una avenida costanera. Dentro de su fructífera administración, el Dr. Ferro puso especial atención a las obras relacionadas con el arroyo, que hasta entonces no habían suscitado el suficiente interés. Al respecto, se encararon diversos trabajos de embellecimiento y ampliación del incipiente Balneario Municipal, se dragaron varios sectores del arroyo y, como hemos dicho, se dispuso la construcción del paseo costanero. Esta renovada valoración paisajística del arroyo, único atractivo natural de la ciudad, se debía a que desde algún tiempo atrás se buscaba convertir a Azul en un lugar turístico. Por otra parte, ese mismo año se produjo una inundación que apuró la realización de obras para mejorar el escurrimiento de las aguas.

            Las obras de la costanera comenzaron en 1940 y fueron proyectadas y dirigidas por el paisajista Ángel Sala, Director de Parques y Paseos, que contó con la colaboración del arquitecto Ricardo O. Marré, Jefe de la Oficina de Obras Públicas, y del ingeniero Esteban Tello, Jefe de la IX Zona de Vialidad.

            En abril de 1941, un grupo de vecinos se presentó ante el comisionado con el fin de ofrecerle sus servicios para propender al embellecimiento de la obra. Así se formó la Comisión “Pro Avenida Costanera”, que estaba integrada por: Presidente: Alfonso Lafosse, que luego fue reemplazado por Jacinto H. Bogliano; vocales: Silverio Carbone, Manuel M. Calzado, Antonio Cortina, César Villamayor y José Domínguez.

            Para la realización de la costanera fue necesaria la rectificación de algunos sectores del arroyo y el embalse de sus aguas a la altura de la Avenida Mitre, con el fin de elevar el nivel y darle un ancho de entre 35 y 40 metros a lo largo de todo el paseo. También se construyeron amplias veredas de lajas, acompañadas por una pirca de piedra, a partir de la cual el terreno fue modelado para descender hacia el agua como un talud cubierto de césped. Cabe mencionar que las piedras superiores de la pirca son antiguas trotadoras.

            A lo largo de la zigzagueante avenida se plantaron castaños y eucaliptos. El detalle más romántico de la obra era la isla que Sala dispuso en medio del arroyo. Fue formada mediante la apertura de un canal que dejaba aislada una fracción de tierra que se extendía a lo largo de 200 metros. A la altura de la calle 9 de Julio – donde antes había habido un puente peatonal “de cimbra”- la isla se vinculaba a las orillas mediante dos pintorescos puentes peatonales de piedra que permitían atravesar el arroyo. 

            La inundación de 1980 destruyó uno de los puentes –que unía la avenida Catriel con isla- fue arrancado completamente. Posteriormente, ante la insistencia de los vecinos que creían que la isla era un obstáculo para el escurrimiento de las aguas, fue removida en los 2000.

            El paseo fue proyectado con la idea de que se extendiera desde la Avenida Mitre hasta el Parque Municipal, y por dentro de éste luego reapareciera para unirse con el por entonces flamante Balneario. La idea fue realizada en buena medida –salvo entre el Club de Remo y el Balneario- construyéndose en distinta etapas.

            El primer tramo de la costanera (de Humberto a San Martín) se inauguró el 20 de mayo de 1941 (una placa a la altura de calle Bolívar recuerda la fecha), con la presencia del Ministro de Obras Públicas de la Nación, Salvador Oría, autoridades municipales, militares y eclesiásticas y numerosos vecinos. Por iniciativa de la comisión, el paseo se denominó “Costanera Cacique Catriel”.

            En junio de 1941 comenzó la segunda etapa que se extendió de San Martín a Mitre y desde Humberto hasta Guaminí. Con intermitencias, las obras continuaron durante la administración del comisionado Mariano Berdiñas y la del Tte. Cnel. Saúl S. Pardo, quien la inauguró en octubre de 1943. Al año siguiente se abrió el paso desde la Costanera hasta el portón del Parque Municipal.

El Tanque

(Por Augusto Rocca)

            En 1928 fue autorizada por ley la construcción de las obras sanitarias de Azul. A pesar de ello, el proyecto fue postergado para dar lugar a otras prioridades y la crisis del 30 obligó a seguir aplazándolo. Durante la intendencia del Dr. Agustín J. Carús, la Municipalidad obtuvo un empréstito de un millón y medio de pesos que fue empleado para pagar la deuda flotante y para construir obras publicas. Una vez obtenido el dinero, hubo fuertes debates para determinar cuáles serian las obras a realiza; la oposición propugnaba la construcción de las obras sanitarias mientras que el oficialismo se inclinaba por un vasto plan de pavimentación y la realización de importantes obras de arquitectura, todo lo cual también venía siendo reclamado desde hacía largo tiempo. En ese entonces, se impuso la opinión del intendente, realizándose una importante modernización de la ciudad mediante la ejecución de los pavimentos y la construcción de vastos proyectos arquitectónicos varios de los cuales fueron realizados por el ingeniero Francisco Salamone.

            Las obras sanitarias fueron finalmente acometidas por el Comisionado Municipal Dr. Alfredo Ferro, que contó para ello con el apoyo de la comisión “Pro Obras Sanitarias de Azul”, compuesta por destacados vecinos. A través de las gestiones del comisionado y de la comisión se consiguió la donación de terrenos en que se emplazarían la torre tanque y los distintos pozos. El solar que ocuparía la primera fue cedido por el señor Honorio Bourdette.

            Las obras comenzaron en 1942 y fueron dirigidas por el ingeniero Odilio Basso, que las llevó a cabo sin romper los asfaltos que se habían terminado recientemente. Para ello realizó los tendidos de cañerías por debajo de las veredas y los cruces de calles, en túnel. La inspección de las obras estaba a cargo del ingeniero Mario L. Negri, Director Técnico de Obras Sanitarias de la Nación. En aquel entonces era Director General de O.S.N. el ingeniero José A. Allaria, quien ya había prestado sus servicios en Azul, como proyectista y realizador de los cuarteles, desde el cargo que entonces ocupaba en la Dirección de Ingenieros del Ministerio de Guerra. 

            La primera etapa de las obras, que consistía en las instalaciones de provisión de agua pero no los desagües cloacales, fue inaugurada el 17 de diciembre de 1944, bajo la administración del Comisionado Tte. Cnel. Juan B. Grandi. Las obras realizadas comprendían: la torre tanque con capacidad para 500m3; seis pozos semisurgentes, perforados a profundidades de entre 113 y 126 metros, que están ubicados en la costanera con sus respectivos equipos de bombeo y los pequeños edificios en que se hallan; y la red de distribución construida por 58.300 metros de cañerías de fibrocemento y 2.500 metros de caño de hierro fundido. Cabe aclarar que la elección de fibrocemento en lugar de hierro se debió a la escasez de este material durante la Segunda Guerra Mundial. La red de distribución estaba proyectada para una población de 30.000 habitantes distribuidos en 630 hectáreas, aunque por el momento la instalación se limitaba a la zona céntrica, que abarcaba una población de 20.000 personas, siendo de 3.463 el número de conexiones domiciliarias.

            El cálculo estaba hecho sobre la base de un consumo de 300 litros diarios por habitante, a una presión de 15 metros en toda la extensión de la red. Dicho consumo podía incrementarse en un 50% en caso de máxima demanda. 

            El costo de las obras sanitarias fue de $2.445.000 m/n, de los cuales $ 618.281 m/n fueron invertidos en Azul, entre mano de obra y materiales.

            La torre tanque de Azul es un edificio racionalista monumental, que combina el hormigón armado con los muros de ladrillo, materiales éstos que le confieren un aspecto pintoresco a su severa estructura. La decisión de realizar en ladrillos y no en hormigón armado los muros de la torre se debió en gran medida a la necesidad de evitar en todo lo posible el uso del hierro que escaseaba.

            Para cimentar el edificio –que debe soportar el peso del agua que contiene- fueron necesarios 31 pilotes de hormigón armado que fueron hincados por una máquina a 10 metros de profundidad. Estos trabajos fueron realizados por la empresa porteña “Pilotes Franki Argentina”. 

Costanera Norte (entre Av. Mitre y Av. Mujica) 

            El arroyo es la columna vertebral de la ciudad. De hecho le debemos el nombre. Desde 1815 se conoce al curso de agua como Arroyo Azul (recién en 1878 Estanislao Zeballos introduce la idea de Callvú Leovú). Pedro Burgos funda el Fuerte al que pronto se conoce como San Serapio Mártir del Arroyo Azul y con el paso del tiempo simplemente la ciudad quedó denominada Azul.

            En agosto de 1858, desde la Corporación Municipal se autorizó a los señores Marcelino Rivière y Blas Dhers a construir molinos harineros hidráulicos a la vera del arroyo. A tales molinos, respectivamente, se los conocería como: el Molino Mecánico “Estrella del Norte” (levantado donde hasta hace unos años funcionara la Papelera) y el “Estrella del Sud” (también llamado “Molino Azul”, en los actuales terrenos de la Guarnición Militar). Fueron los primeros HIDRÁULICOS de la provincia de Buenos Aires. Toda una invocación.

Floriano Riviére (hijo de Marcelino), el 31 de enero de 1886 inaugura el primer balneario de Azul, junto lo que era el emprendimiento de su padre, hoy la ex papelera. También habilitó la primera pista hípica para cuadreras, uno de varios antecedentes del hipódromo.

            La conocida como “Casa de López” le perteneció a Manuel Vega Belgrano, sobrino nieto y yerno de Manuel Belgrano, comerciante radicado en Azul, casado con Manuel Belgrano, quien donara la Pila Bautismal y las fuentes de Agua Bendita, que hoy están en la Catedral.

            Manuel le dejó por testamento la propiedad a Juan López, su mayordomo, y animales a Joaquín López (hermano de Juan), quien vivía inicialmente en donde hoy está la plaza del Quijote.

            Juan tuvo muchos hijos por lo tanto se conocía a la propiedad como la “Casa de los López” o la “Casa de López” de ahí que se desconoce a su propietario original.

            La plaza fue la primera y única que diseñara Carlos Regazzoni. El siempre hizo grupos escultóricos, pero en el caso de Azul pensó en el entorno también, aunque varias cosas no se cumplieron (luces, arboleda, etc.).

            En la plaza del Quijote originalmente estaba el busto de Cipriano Catriel al que finalmente trasladaron del otro lado del Arroyo (“a sus dominios” según afirman). 

La “Casa de López”, el protegido y “Don Quijote”

Juan López nació en la ciudad de Buenos Aires el 7 de julio de 1840. Sus padres fueron el español Juan López y la argentina Natividad Silva. Tuvo al menos dos hermanos: Joaquín y Manuel de los Dolores (nacido el 16 de septiembre de 1849).

Juan se convirtió en el mayordomo de los establecimientos rurales de Manuel Vega Belgrano en Azul y la zona, es decir, el encargado de controlar todas las tareas del campo, los trabajos de rutina y el buen manejo del personal, la hacienda y los cultivos. Vivía en el pueblo, en la calle XIII (luego Entre Ríos; actual Alfredo Prat, salvo justamente esa cuadra rebautizada: Pasaje Lumbier) Nº 2, junto al Arroyo Azul.

Su hermano, Joaquín –también nacido en Buenos Aires, el 14 de julio de 1842-, vivía a corta distancia, sobre la calle XII o Calle Ancha (posteriormente Comercio; hoy Avenida Mitre), Nº 4, también muy cerca de la vera del curso de agua. Colaboraba con las tareas de su hermano, ambos bajo las precisas órdenes de Manuel quien no dudaba en trabajar rudamente con la hacienda o en las yerras a pesar de ser esencialmente un avezado comerciante.

Los López tenían como vecino inmediato a Benjamín Olivera (Calle XII Nº 49), reconocido comerciante local, cuyo negocio -conocido como “Casa de Olivera”-, fuera adquirido en algún momento por Manuel.

En su testamento, a través del escribano Pascual A. Ramírez, Manuel Vega Belgrano declaró:

“A Juan López, el mayordomo de sus estancias en Azul, le lega la casa que está situada sobre la costa del Arroyo del Azul, donde dicho legatario vive.”.  

Y más adelante sigue:  

“A su protegido don Joaquín López le lega las utilidades de las mil trescientas ovejas que le dio en habilitación según contrato y le lega también para él las vacas y yeguas que le dio de igual modo, y todos los caballos que tiene ‘extraviados’ que pudiera encontrar.” 

La propiedad mencionada estaba ubicada en los tres solares unificados de terrenos de “cuarenta y tres metros y tres decímetros de frente con igual fondo” que Manuel poseía por “adjudicación que de ellos le hizo el Juez de Primera Instancia en lo Civil, el doctor don Jorge Echeverría, en pago de la deuda que reconocía a su favor la casa comercial de esta ciudad, bajo la firma ‘Carneiro y Compañía’”.

Juan habitó la destacada vivienda con su numerosa familia. Conformó su hogar con Fermina Maldonado (hija de los argentinos Gabriel Maldonado y Fermina Gerónima Duarte), con quien tuvo al menos doce hijos: Candelaria Mercedes (2 de febrero de 1871); Gabriel (23 de enero de 1873); Juana  Laura (4 de julio de 1875); Francisco (30 de abril de 1880); Lucía (6 de julio de 1882); Alfredo (6 de agosto de 1885); Rosa (26 de agosto de 1886); Alberto (27 de agosto de 1888); Josefa Ester (19 de marzo de 1891); Fermín Bernabé (24 de julio de 1893); Carlos Horacio (28 de noviembre de 1895) y Celina Fermina (4 de abril de 1898). Varios pequeños fueron apadrinados por Joaquín López, mientras que Lucía fue ahijada del general Francisco Leyría.

En 1886, en la Guía Comercial que editó Juan Forns Artigas, Juan López aparece como propietario de un campo ubicado en el Cuartel VI sección 2.

Por otro lado, Joaquín López, cívico nacional, actuó como presidente del Concejo Deliberante durante 1895. En dicho año, el 19 de abril, se aceptó la donación que él le había hecho a la Municipalidad de dos manzanas ubicadas entre las calles Santa Fe (actual Int. Amado Diab), Alvear, Sarmiento y Maipú. La escrituración de los terrenos a favor de la Comuna se realizó en diciembre y pocos meses después se comenzaron a construir los primeros pabellones de lo que hoy conocemos como Hospital Municipal “Dr. Ángel Pintos”.

A principios de febrero de 1896, el intendente Narciso S. Mallea tomó licencia de su cargo, quedando López al frente del Municipio. Tras su retorno del Brasil, Mallea decidió renunciar definitivamente, siendo su última actuación pública como intendente su participación en el acto del 9 de Julio. López continuó conduciendo la Comuna hasta 1897, cuando fue reemplazado por el nuevo intendente, Carlos Clou. Posteriormente, continuó participando de forma activa en la vida política de la ciudad aunque no desempeñó cargos de mayor relevancia.

Su principal fuente de ingresos la constituyó su actividad como rentista.

En 1897 integró la comisión “Pro Templo” de la actual Catedral, siendo desde entonces un importante colaborador con la obra. Al año siguiente, por decreto del gobierno provincial del 24 de marzo, fue nombrado Comandante militar del Partido de Azul.

En febrero de 1912, se inició la construcción de la torre del templo de Nuestra Señora del Rosario gracias a los $10.000 m/n que Joaquín donó.

Sin unirse en matrimonio, Joaquín tuvo al menos seis hijos con Feliciana Maldonado, cuñada de su hermano Juan, los cuales fueron: Leonor (8 de marzo de 1880), María Emma (21 de octubre de 1883), Jorge (30 de enero de 1885), Sofía (30 de septiembre de 1886), Emma Teófila (23 de julio de 1890), y Orfilio (12 de enero de 1892).

Joaquín López falleció en Azul, en su por entonces domicilio de calle Las Flores esquina Córdoba (actual Int. Malére), a los 72 años de edad, el 26 de abril de 1913. Sus restos fueron depositados en la bóveda familiar del Cementerio Municipal.

Casi un siglo después, con la presencia del alcalde de Alcalá, Bartolomé González, del embajador de la Argentina en España, Carlos Bettini, y un importante marco de autoridades y público en general, el 13 de julio de 2011, en una de las fachadas de la Casa Tapón, en la Plaza de los Santos Niños de Alcalá de Henares, España, se inauguró un imponente mural realizado por el ilustrador argentino Miguel Rep. La obra –consecuencia del hermanamiento entre Alcalá de Henares y Azul-, fue concebida como “la mitad” de otro gran mural realizado en nuestra ciudad.

El jueves 3 de noviembre de aquél mismo año, durante el desarrollo del “V Festival Cervantino”, se presentó en sociedad el trabajo del reconocido artista. El sitio elegido para pintar el mural azuleño fue en una pared lateral restaurada de la deteriorada y deshabitada “Casa de López”, ubicada en la Costanera Cacique Cipriano Catriel esquina Alfredo Prat, justo por detrás de la plaza “Don Quijote de la Mancha” (obra en chatarra del fallecido artista Carlos Regazzoni).

Casualmente, los solares y la antigua propiedad que pertenecieran a Manuel Vega Belgrano y, posteriormente, a Juan y Joaquín López, hoy, en el “Año del General Manuel Belgrano”, son una parte esencial de “Azul, Ciudad Cervantina de la Argentina”.  

Costanera Sur (entre Av. Perón y Parque Municipal)

Jean Blaise Dhers Estrampes, más conocido como Blas Dhers nació en Sarrecave, Francia, el 12 de abril de 1821. Era hijo del agricultor Jean Francois Dhers Chelle y Marie Estrampes. Tuvo ocho hermanos: Jean Pierre, Jeanne Marie, Jeanne Marie Calixte, Jean Alexis, Marthe Rosalie, Jeanne Agustine, Mario Blaise y Jean Romain.

            A temprana edad decidió dejar atrás su país natal, radicándose en la República Oriental del Uruguay, donde el 8 de noviembre de 1842, en Montevideo, contrajo matrimonio con Rosalía Lajeunesse (hija de Jacob CristopheLajeunesse y Jeanne Gayts). La pareja tuvo cinco hijos, de los cuales los dos primeros nacieron en Montevideo (Juan Dionisio y María Florencia), mientras que los otros tres lo hicieron en Azul (Ruperto Tiburcio, Hilaria Magdalena y María Luisa), donde se había radicado el matrimonio hacia 1845.

            De profesión comerciante, Blas Dhers creó el segundo molino harinero hidráulico de Azul, conocido como “La Estrella del Sud”, emplazado en los actuales terrenos de la Guarnición militar, en la margen oriental del Arroyo Azul. En agosto de 1858, desde la Corporación Municipalse lo había autorizado a él y su coterráneo Marcelino Rivière, a construir sendos molinos a la vera del arroyo. El primero en ponerlo en funcionamiento fue Rivière, quien aguas abajo erigió “La Estrella del Norte”. 

            En su reconocida obra “Viaje al país de los Araucanos”, Estanislao Severo Zeballos, hizo observaciones sobre el desarrollo económico, social y cultural de los pueblos que había recorrido, y al estar en Azul escribió un extenso informe, del cual es interesante resaltar varios puntos de rico contenido: “Sobre la margen del arroyo, perdido el edificio entre encantadoras y elevadas arboledas, levantase el Molino Azul, propiedad de la sociedad francesa de los señores Dhers y Barés. Las construcciones ocupan una manzana y la fuerza motriz empleada es doble: el agua y el vapor. El molino es de turbina y de motor vertical. El combustible empleado no es vegetal, ni es carbón fósil; se emplea leña de oveja. En todos los corrales o paraderos de este ganado su guano produce colinas, algunas de las cuales alcanzan a veces hasta dos metros de elevación. Cortado el material en forma de adobe es empleado en el fuego con éxito completo… El arroyo serpentea bulliciosamente por el medio del terreno, de suerte que apenas salimos del molino nos hallábamos en una selva de sauces, bajo cuya sombra corrían encantadoras brisas, cortadas de trecho en trecho por brazos artificiales del arroyo…”.

            Zeballos hace mención a Barés, quien había sido primeramente cuñado, y luego a la vez yerno y socio de Dhers. Nacido en 1829, José Luis Barésera hijo de los franceses Alejandrina Ruan y Miguel Barés. El 17 de octubre de 1865, en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario de Azul contrajo matrimonio con Hilaria Magdalena Dhers Lajeunesse, de tan solo 14 años de edad (había nacido en Azul el 11 de abril de 1851). Fue miembro activo de la Logia Masónica que funcionaba en Azul, denominada “Estrella del Sud” Nº 25; fue Municipal e integrante de la Comisión de Culto e Instrucción Pública, y formó parte de la Sociedad Económica y de Fomento del Azul.

            Asociado a su suegro construyó una sólida fortuna y se consolidó como una figura respetable de la comunidad azuleña. Por su parte, Blas Dhers, que transitó la misma senda del reconocimiento y respeto en la sociedad, también era masón –de hecho fue uno de los fundadores de la Logia local que llevaba el mismo nombre que su emprendimiento comercial-, en 1867 integró la Junta Consultiva de la primera sucursal en Azul del Banco de la Provincia de Buenos Aires. También fue parte de la Sociedad Económica y de Fomento del Azul a partir de 1870. 

            Viudo (Rosalía Lajeunesse había fallecido el 23 de septiembre de 1855), Blas Dhers había contraído matrimonio en segundas nupcias, el 23 de abril de 1856, con Juana María Marcelina Barés (hija de Alejandrina Ruan y Miguel Barés, y hermana de José Luis Barés). Tuvieron ocho hijos: Juan Pedro, Josefina Alejandrina, Luis Francisco Marcelo, Rosalía Ana Francisca, Miguela Vicenta Matilda, María Julia Adela, Héctor Miguel Benjamín y María Teresa Micaela.

            Sin descuidar su actividad comercial ni dejar de lado a su numerosa familia, asimismo Blas Dhers presidió la Corporación Municipal entre 1878 y 1879. También tuvo una activa participación en el arreglo y distribución de las suertes de estancia, colaborando en los proyectos de urbanización de Azul como la traza del ferrocarril.

            Fue precursor de la creación de la Biblioteca Popular, miembro de la Sociedad Rural Argentina y presidente de la Sociedad Rural de Azul.

            Tras una intensa vida, el 12 de julio de 1886, Blas Dhers falleció a los 65 años de edad. 

            Tras el fallecimiento de Blas Dhers, la administración del Molino quedó en manos de su hijo Luis Francisco Marcelo Dhers Barés, quien sumó la explotación de la “Estrella del Norte” (fundado por Rivière).

            En 1901 Luis se asoció con Esteban Louge, logrando la modernización de las instalaciones del conocido por entonces como “Molino Azul”, construyendo además la casa familiar (actualmente usada por la Banda de Música del Ejército).

            Esteban Louge había nacido en Saint-Plancard, Alto Garona, Francia, en 1840. Sus padres fueron María Margarita Laroche y Antonio Louge. Llegó a la Argentina en 1851.

            El 19 de septiembre de 1878 contrajo matrimonio en Azul con Germana Picot Chelé (nacida en Francia en 1853). La pareja tuvo al menos diez hijos: Adela, Manuela Margarita, María Magdalena, Esteban Juan, Pablo, Cecilia Germana, Germán, María Berta, Alejandrina Haydée y Antonio.

            Después de trabajar en diversas actividades comerciales, Esteban logró consolidar una importante fortuna que invirtió en campos diseminados por Azul, Olavarría, Caseros y General Lamadrid.

            Esteban falleció el 24 de septiembre de 1911, tras lo cual, su hijo Esteban Juan tomó las riendas de la administración del “Molino Azul” con su suegro Luis F. M. Dhers Barés, pues se había casado con Elena María Dhers (hija de Luis y María Luisa Gunche).

            Entretanto, en 1918, Germana Picot donó una amplia fracción de terreno conocida como “Bosquecillo” para integrar el naciente Parque Municipal (hoy “Domingo F. Sarmiento), incluyendo el tajamar instalado originalmente para el funcionamiento del Molino.

            En la madrugada del 5 de junio de 1921 un devastador incendio destruyó completamente las instalaciones del “Molino Azul” y buena parte de la producción almacenada. Prácticamente la casa familiar fue lo único que salvó de aquel desastre. Tal vez por demás angustiado, Luis Francisco Marcelo Dhers Barés falleció a los 60 años de edad el 26 de noviembre de 1922.

            Las pérdidas económicas fueron tan contundentes que marcaron la declinación de la empresa, cerrando la industria definitivamente en 1926. Poco antes, el 11 de noviembre de 1925, había fallecido Germana Picot.

            Años más tarde, los descendientes de Esteban Juan Louge decidieron ceder generosamente las instalaciones a la Municipalidad para que se lograra la instalación de los Cuarteles. Tiempo antes, en 1921 las señoras Adela Dhers de Laclau, María Teresa Dhers de Fitte y Matilde Dhers habían donado una interesante porción de terreno para el Parque Municipal, sector que fuera acondicionado y finalmente habilitado como la extensión que conocemos como “La Loma”. Las donantes pusieron como única condición para su generoso acto que el lugar fuera llamado “Blas Dhers”; de hecho, en el basamento de un jarrón que se halla en el sector, se puede leer el nombre del pionero que tanto hiciera por la ciudad y cuya historia “De Francia al Azul” se desgranara en las palabras precedentes…

El sueño de Ángel

            Hacia el sur de la ciudad se desarrollan el Parque Municipal y el Balneario Municipal como parte del extenso paseo soñado por Ángel Sala. Y tal vez más allá… hacia el norte o el sur... adonde el Arroyo Azul vaya…

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