"Ellas y ellos estuvieron…" - Leandro N. Alem

Por Eduardo Agüero Mielhuerry.

Cultura y educación 11/04/2024 NdA NdA
Leandro N Alem

Leandro Nicéforo Alen nació en la ciudad de Buenos Aires el 11 de marzo de 1842. Sus padres fueron Leandro Antonio Alen y Tomasa Ponce Gigena. Tuvo siete hermanos: José Gregorio, Marcelina Antonia (madre de Hipólito Yrigoyen), José Severino, Luisa, Diego Hipólito, Tomasa y Lucio. 

Su padre era un pulpero del barrio de Balvanera y uno de los oficiales de la Mazorca -la fuerza parapolicial de Juan Manuel de Rosas-, motivo por el cual fue capturado y enjuiciado, para luego ser fusilado y colgado públicamente en la desaparecida Plaza de Monserrat. Ante la vergüenza que esto le significaba, ya en la universidad, cambió su apellido para atenuar la permanente discriminación que sufría. Así reemplazó la ene final de su apellido, por una eme.

Desde muy joven, Leandro ingresó como voluntario al Ejército.​ Peleó en Cepeda (1859) y en Pavón (1861) del lado federal contra el Estado de Buenos Aires.

En 1865 fue enviado como ayudante de Wenceslao Paunero a la Guerra del Paraguay, donde resultó herido y alcanzó el rango de capitán. Fue nombrado secretario de la delegación argentina en Asunción del Paraguay y más tarde en la de Río de Janeiro como agregado cultural.

Al poco tiempo retornó a Buenos Aires y comenzó a estudiar abogacía en la Universidad de Buenos Aires, recibiéndose en 1869 con una tesis titulada “Estudio sobre las obligaciones naturales”, tras lo cual instaló un estudio jurídico junto con su amigo Aristóbulo del Valle.

Comienzos en el Partido Autonomista

Comenzó a militar en el Partido Autonomista de Adolfo Alsina, que se oponía a la federalización de Buenos Aires y estaba enfrentado al Partido Nacional de Bartolomé Mitre.

En 1872 fue electo Diputado Provincial destacándose de inmediato por su estilo claro y frontal, siendo llamado el “Señor de Balvanera”. Dos años después resultó electo Diputado Nacional. Sin embargo, el Partido Nacional se impuso ampliamente lo que llevó a Alsina a resignar su candidatura presidencial y proponer una coalición con este partido, naciendo así el Partido Autonomista Nacional (P.A.N.).​

Leandro Alem se opuso a este acuerdo y junto a dirigentes como Aristóbulo del Valle, Roque Sáenz Peña y Lucio Vicente López inició una corriente interna en el partido. Este movimiento derivó en la formación del Partido Republicano, buscando instalar una democracia plena en el país mediante la pureza y libertad de sufragio popular.

El 2 de diciembre de 1877, el Partido Republicano presentó como candidatos a gobernador y vice de Buenos Aires a Aristóbulo del Valle y Leandro Alem, respectivamente. Finalmente, el candidato del P.A.N., Carlos Tejedor, se impuso en unas fraudulentas y violentas elecciones. 

La inmediata muerte de Alsina, y las divisiones internas, produjeron poco después la disolución del Partido Republicano. Asimismo, se rompió la alianza con Mitre, tras lo cual el partido se comenzó a reorganizar bajo la figura de los antiguos opositores a Alsina, entre ellos el propio Alem quien en 1879 volvió a ser electo Diputado Provincial.

Desde ese lugar, Alem se opuso fuertemente a la federalización de Buenos Aires y al fraude imperante en la época. Por el primer motivo mantuvo un famoso debate parlamentario con José Hernández. Y, por otro lado, concretada la federalización de la ciudad, Alem decidió renunciar a su banca el 11 de diciembre de 1880 y abandonar la política.

Regreso a la lucha

Hacia 1889, la oposición al gobierno de Miguel Juárez Celman comenzaba a ser cada vez más fuerte. Diversos grupos de jóvenes y estudiantes, en una de las tantas asambleas que realizaron, decidieron convocar a un gran mitin el 1 de septiembre de 1889 en el Jardín Florida de Buenos Aires. Marcelo Torcuato de Alvear se encargó de la organización del evento, el cual tuvo concurrencia superior a las 3.000 personas.

El 13 de abril de 1890 sucedió lo inevitable: en un masivo acto en el Frontón Buenos Aires los opositores se unificaron en un nuevo partido llamado Unión Cívica del cual Leandro N. Alem fue nombrado presidente. Inmediatamente, se decidió organizar un levantamiento armado para deponer al gobierno y llamar a elecciones libres.

En poco tiempo había que resolver todo: conseguir armas, sumar adeptos, convencer a oficiales, elegir plan. Acostumbrado en sus campos a no dejar detalles sin analizar, y ninguna tarea sin su control, el romanticismo y la imprevisión de su tío Leandro lograban fastidiar a Yrigoyen. Alem quería que la revolución estallara cuanto antes, mientras que Hipólito sostenía que había que esperar hasta que se sumaran todos los cuerpos del Ejército. Tampoco estaba de acuerdo con la idea de su tío de secuestrar al Presidente y a sus ministros en la velada del 9 de Julio que se celebraría en la Ópera o en el Politeama. Y mucho menos con el disparate de suministrarle narcóticos a los jefes que se opusieran a la salida de sus tropas, aunque fueran recetados por su médico, el doctor Martín Torino. 

El “Gran Día”

Alem logró el apoyo del regimiento 1º de Infantería, el 1º de Artillería, el 5º de Infantería, el Batallón de Ingenieros, una compañía del 4º y un grupo de cadetes del Colegio Militar.

Además, obtuvo para la revolución el apoyo del general de brigada Domingo Viejobueno, jefe del Parque de Artillería ubicado en la Plaza Lavalle, a poco menos de mil metros de la Casa Rosada. Al frente de la revolución fue designado el general Manuel J. Campos.

El sábado 26 de julio, a las 4 de la mañana, Leandro N. Alem, al mando de un regimiento cívico armado, tomó el estratégico Parque de Artillería. Por su parte las tropas leales comenzaron a agruparse desde muy temprano, debido a que varios funcionarios del gobierno se enteraron a primera hora de la sublevación.

Cuando se hallaban reunidas las tropas revolucionarias, en vez de atacar las posiciones del gobierno y tomar la Casa Rosada, cambiando el plan establecido, el general Campos dio la orden de permanecer en el interior del Parque.

A pesar de los cuestionamientos, Alem terminó aceptando el cambio hecho por el General sin plena conciencia de que afectaba las posibilidades de éxito de la revolución.

Se luchó hasta el 29 de julio cuando fue firmado el cese de fuego. Sin embargo los cantones se negaron a desarmarse y continuaron luchando.

Aunque la “Revolución del Parque” no logró su cometido, fue un gran triunfo político para la Unión Cívica, ya que el presidente Miguel Juárez Celman se vio obligado a renunciar y en su lugar asumió el vicepresidente, Carlos Pellegrini, mucho más moderado que el primero.

Leandro N. Alem en Azul

A fines de 1890, se había formado en nuestra ciudad el comité local de la Unión Cívica, presidido por el hacendado Eufemio Zavala y García, comité que pronto se escindiría en dos sectores: “cívicos nacionales” y “cívicos radicales”, tal como sucedería a nivel nacional.

En dicho sentido, el periódico azuleño “El Pueblo”, en su edición del 5 de septiembre de 1890, informaba: “El Dr. Alem en el Azul. –Un telegrama del Sr. Alejandro Brid dirigido ayer al comité local de la Unión Cívica, dice que el doctor Alem le ha prometido venir al Azul, el día que se lo indiquen. De modo que una vez que se instale definitivamente el comité y se designe el día de la proclamación tendremos el alto honor de hospedar en el Azul al ilustre jefe de la Unión Cívica de Buenos Aires. Bienvenido.”.

En octubre de aquel año, Leandro N. Alem llegó en tren al Azul con la intención de organizar al Partido. Al mismo tiempo, visitó la estancia de su amigo y médico personal, el doctor Martín Torino, quien desde 1889 administraba “San Nicanor”, uno de los campos de la familia de su futura esposa, Elena Acosta.

Pero, la visita del líder político alteró muy poco la vida política local, firmemente controlada desde hacía un tiempo por los hermanos Evaristo y Manuel Toscano, caudillos que habían instaurado una “cuasi” dictadura en la localidad, contando con la complicidad del Juez de Paz y de la policía.

Ruptura de la Unión Cívica

En las elecciones legislativas del 15 de marzo de 1891, Alem fue electo Senador Nacional junto a Aristóbulo del Valle.

Para las elecciones presidenciales de 1892 la Unión Cívica proclamó la fórmula Bartolomé Mitre - Bernardo de Irigoyen. Sin embargo, Julio Argentino Roca (líder indiscutido del P.A.N.), acordó con Mitre una fórmula de unidad nacional encabezada por este último y desplazando a Irigoyen.

Al enterarse del acuerdo, Alem se opuso fuertemente. Esto llevó a la división de la Unión Cívica el 26 de junio de 1891. Por un lado quedaron los acuerdistas, encabezados por Mitre, en la Unión Cívica Nacional; y por el otro, los anti-acuerdistas, liderados por Alem, formando la Unión Cívica Radical.

A mediados de 1892 se realizaron las elecciones presidenciales en medio de un fraude descomunal. Inmediatamente, la U.C.R. tomó la decisión de organizar un nuevo levantamiento armado. Alem comenzó a hacer hincapié en la intransigencia radical hasta constituirla en un principio de su acción política. En este punto comenzaron a surgir las primeras diferencias con su sobrino y discípulo, Hipólito Yrigoyen, quien se mostraba más pragmático.

La Revolución Radical del ’93

A principios de julio de 1893 se realizó una importante reunión entre el ministro del Interior, el cívico Aristóbulo Del Valle, Leandro N. Alem y Bernardo de Irigoyen. Los dos líderes radicales se esforzaron por convencer a Del Valle para que diera un golpe de Estado y asumiera el gobierno con el apoyo del radicalismo. El ministro se negó para “no sentar un funesto precedente”. Fracasada esta gestión la Unión Cívica Radical se lanzó a la lucha revolucionaria.

En su campo “El Trigo”, ubicado en el Partido de Las Flores, Hipólito Yrigoyen se había retraído un tiempo atrás pergeñando su revolución contra un régimen político fraudulento y autoritario que, según su visión, hundía al país en una profunda crisis política, social y económica. Tras un importante esfuerzo logró reunir un gran número de hombres a quienes se ocupó de armar.

La Revolución del ’93 fue la primera en concretarse en la provincia de Buenos Aires y comenzó, tal como lo había decidido el “Peludo”, con la toma de la ciudad de Azul, el 30 de julio de 1893. Aquel frío día invernal Yrigoyen llegó en tren con una considerable fuerza revolucionaria armada con la cual buena parte del pueblo azuleño hizo causa común “porque el gobierno municipal era un semillero de escándalos y latrocinios” de la mano de los hermanos Toscano.

Las autoridades municipales y los toscanistas se atrincheraron en el Palacio Municipal. Sin embargo, pronto debieron deponer su actitud…

La revolución que se había iniciado simultáneamente en más de ochenta ciudades, triunfó en todas partes de la provincia. El ejército radical llegó a contar con 8.000 hombres bien armados bajo el mando directo de Marcelo Torcuato de Alvear. El día 8 de agosto tomaron la Capital e instalaron como Gobernador provisorio a Juan Carlos Belgrano (vinculado familiarmente a Azul).

Cuando ya se celebraba el triunfo de la Revolución, sus dirigentes cometieron varios errores… El 25 de agosto de 1893 el Comité Provincia de la Unión Cívica Radical decidió entregar las armas. Aparentemente la Revolución había fracasado. Sin embargo, había encendido la voz de alarma en el seno del régimen fraudulento gobernante, el cual haría su mayor esfuerzo para perpetuarse en el poder, pero no lo lograría por mucho más tiempo…

La insistencia de Alem

Mientras tanto, en Corrientes, el 14 de agosto, dos días después de la renuncia de Aristóbulo del Valle, una revolución radical derrocó al gobernador, y si bien fue inmediatamente intervenida, el gobierno revolucionario resistió. Este hecho hizo que Leandro N. Alem considerase que, lejos de haber sido derrotada, la revolución estaba todavía latente y solo faltaba una chispa que la reactivase. Por lo que decidió iniciarla él, encabezando la toma de la ciudad de Rosario. Pero Hipólito Yrigoyen consideró que el levantamiento de su tío era meramente emocional, y negó el apoyo del radicalismo de la provincia de Buenos Aires. Esto fue considerado una traición por el resto del partido.

El 25 de septiembre, cayó el gobierno revolucionario de Tucumán después de ser derrotado por un poderoso ejército al mando de Carlos Pellegrini. El 26, luego de dos días de cruentas luchas, cayó el gobierno revolucionario de Santa Fe, que prácticamente controlaba toda la provincia.

Una vez vencida la revolución en todo el país, Julio A. Roca se puso al mando de las tropas oficiales que se concentraban en Rosario para acabar con Leandro N. Alem. La situación del cabecilla de la revolución se volvió desesperante, ya que estaba rodeado y Roca amenazaba con bombardear la ciudad si los revolucionarios no se rendían. Haciendo honor a su intransigencia, inicialmente Alem decidió resistir a toda costa, pero las mujeres y las comisiones de vecinos le pidieron que salve a la ciudad, tras lo cual decidió no combatir.

El 1 de octubre Alem fue capturado y encerrado con cientos de revolucionarios, para permanecer preso por meses y luego ser deportado a Uruguay.

Que se rompa, pero que no se doble…

Fallido el intento revolucionario, la Unión Cívica Radical se dividió entre “los rojos”, que apoyaban la conducción de Alem, y “los líricos” que apoyaban la interpretación de Yrigoyen respecto de la toma del poder.

El radicalismo se presentó para las elecciones legislativas de 1894 donde, pese al fraude, logró acceder a algunas bancas. Alem resultó electo Diputado Nacional para el período 1895-1898. Sin embargo esto no revirtió el estancamiento en el que estaba cayendo el partido. 

En la fría y lluviosa mañana del 1 de julio de 1896, Alem se reunió en su casa con varios amigos, entre ellos el Dr. Martín Torino, a los que había convocado para hablar supuestamente de temas políticos. En un momento dado interrumpió el diálogo e ingresó a su dormitorio para salir al rato vestido con su sombrero y su tradicional poncho de vicuña en el cuello. Prometió volver en pocos minutos, y se subió a su carruaje rumbo al Club del Progreso. Durante el trayecto se disparó un tiro en la sien…

En su dormitorio se encontró un sobre bajo el rótulo “Para publicar”. El texto comenzaba con una frase que marcaría a las nuevas generaciones del radicalismo: “He terminado mi carrera, he concluido mi misión. Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. ¡Sí, que se rompa, pero que no se doble! (…).”.

MÁS INFORMACIÓN EN: www.historiasypersonajesdelazul.blogspot.com

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